La crisis como la que acaba de acontecer en el Perú es una alerta final sobre un sistema presidencialista que ha fracasado a lo largo de la historia del sub continente. La referencia es al presidencialismo republicano, cuya estabilidad política debiera ser el primer sustento para un desarrollo social y económico sostenible. Se ha pretendido desarrollar regímenes, comandados por un presidente de la República que muchas veces ha sido elegido sin tener el respectivo respaldo o sustento en la legislatura del mismo país. Gobernar en estas condiciones oscila entre lo imposible y el absurdo.
Por esta causa observamos casos como el del Perú, Ecuador o Brasil. y es válido preguntar cómo gobernará el presidente Lula: Sin mayoría parlamentaria y sin contar a su lado con los principales gobernadores federales.
Es curioso observar que en la historia de América Latina solo han existido regímenes presidencialistas a pesar de que han sido la fuente primaria de la desestabilización. Ecuador es un ejemplo de este desfase desde la destitución del presidente Mahuad hasta que entregó el mando el presidente Correa.
No existe explicación de que no se hayan ensayado procesos de gobiernos legislativos similares a los que han existido en Europa y continúan haciéndolo hasta el presente. Entre las explicaciones que han surtido, aunque sin mayor fundamento está que los regímenes presidencialistas son más proclives a entenderse con Estados Unidos donde existe un régimen mixto: un presidente que representa a la nación en casos excepcionales y gobiernos federales con muchas atribuciones propias de estados independientes. Uno de los secretos ha residido en haber tenido una sola constitución y un sistema de enmiendas que fue mal copiado o por los constituyentes ecuatorianos. Mientras tanto la aristocrática clase alta peruana o limeña seguirá en el poder. El APRA es historia y Keiko es manejable. Cualquier desviación preguntar Castillo que pasa.