El Papa Francisco pidió perdón por lo que cometió la iglesia al tomar por la fuerza a los niños indígenas de Canadá y llevarlos a centros religiosos y a escuelas de adoctrinamiento occidental.
Lo importante de este acto es el reconocimiento por parte de una máxima autoridad de los crímenes perpetrados. Algo que algunos sectores conservadores lo vienen negando y acusan de leyenda negra. Y urgen reescribir la historia a su medida, especialmente en España.
Algunos han argumentado que los Aztecas y los Incas también conquistaron y mataron a gente. Discurso racista y neocolonial, pues las peleas internas entre los pueblos indígenas jamás trajeron o conllevaron genocidio, etnocidio, racismo, esclavitud, ni provocaron la muerte de 60 millones de personas, lo que significó una desarticulación integral. Algo jamás ocurrido en toda la historia humana.
Lo irónico, es que desde hace 50 años los neocolonizadores ya no necesitan matarlos como hicieron al principio, ni tomarlos a la fuerza para convertirlos a su religión y cultura, sino que los mismos padres indígenas los llevan voluntariamente a la iglesia y a las escuelas occidentales, convencidos de que eso les traerá progreso y desarrollo.
¿Quiénes les convencieron? La izquierda y los teólogos de la liberación. La escolarización y la evangelización intercultural se convirtieron en el proceso más rápido y fácil de colonización de los pueblos indígenas. Ni la monarquía ni los republicanos lo lograron, hasta que aparecieron los mesiánicos “liberadores” que con su discurso paternalista les convencieron.
La izquierda y los “curas rojos” hicieron el más grande proceso de neocolonización que hubo en 500 años. Paradójicamente, la izquierda “liberadora” ha resultado la más colonizadora para los indígenas. El asistencialismo y el estatismo plurinacional de la izquierda viene acabando con todo su sistema comunitario de vida. Resultaron los más eficaces y mejores colonizadores que tiene el eurocentrismo.