Las bandas organizadas, lamentablemente, han puesto su mira en los miles de ecuatorianos que viajan a ciudades del sur de Colombia, para realizar compras de una amplia gama de mercaderías. Los connacionales se desplazan a esos destinos atraídos por los precios más convenientes y por la depreciación del peso colombiano frente al dólar.
El COMERCIO publicó ayer que, con armas de fuego y amenazas, los grupos delincuenciales despojan a los viajeros ocasionales de dinero, de los objetos adquiridos e incluso de accesorios de automóviles.
La mayoría de los perjudicados, sin embargo, ha optado por no presentar las denuncias del caso ante las autoridades colombianas. La obligación de rendir declaraciones y la falta de tiempo para acudir a las posteriores diligencias o colaborar en las pesquisas hacen que gran parte de estos robos quede en la impunidad.
En primera instancia, el Alcalde de la ciudad colombiana de Ipiales, en el sureño departamento de Nariño -fronterizo con el Ecuador-, ha solicitado y ha conseguido que militares patrullen las calles desde inicios de este año.
Este escenario de inseguridad, que se ha configurado en la urbe colombiana alrededor de los ecuatorianos que van de compras, debe ser desactivado.
Al igual que ya se ha hecho con éxito en anteriores ocasiones para contrarrestar a bandas criminales y clanes armados, es necesaria la cooperación bilateral. Las denuncias inquietan.