A poco del inicio del primer período de Rafael Correa, en enero del 2007, se anunció un proyecto para construir una refinería. Los sueños, las promesas y los discursos abundaron. Cinco años después la obra apenas si se vislumbra.
Los ministros de Energía y Petróleos de Ecuador y Venezuela anunciaron un proyecto binacional. Tiempo tardó hasta conformarse un consorcio con el 51% de Petroecuador y el 49% de Pdvsa, ambas empresas estatales de Ecuador y Venezuela, países que dirigen líderes que proclaman la teoría del socialismo del siglo XXI.
En el 2009 volvieron los discursos y las primeras piedras. Los presidentes dieron vuelo a la grandilocuencia discursiva e incluso la propaganda oficial gastó dinero en un ‘spot’ donde se veían los dibujos de los planos de una refinería.
Cuando se eligió el lugar -El Aromo, al sur de Manta- la polémica se formó por los cuestionamientos de los daños ambientales que una refinería supone. Abanderó las críticas la entonces asambleísta constituyente Martha Roldós y hubo una agria respuesta presidencial.
La obra física apenas si ha avanzado. Se ha construido una carretera de 7 km y algunas estructuras de las viviendas de los trabajadores. Las empresas petroleras estatales han comprometido para el 2012 USD 500 millones.
Todavía no se sabe si se construirá un poliducto para llevar el crudo.
La empresa surcoreana Sk ha puesto la ingeniería básica, pero faltan temas por definir. Se habla de inversiones norteamericanas y hasta iraníes, empresas coreanas y chinas se interesan y varias posibilidades de otras del continente.
Cinco años después de los primeros discursos, la Refinería del Pacífico emana un lejano aroma de su concreción.