Las tensiones ocasionadas por la dispersa y dinámica obra pública municipal han encontrado una válvula de escape.
En días pasados, el tema de la llamada Solución Guayasamín fue debatido. Este proyecto puesto en marcha por la Municipalidad recibió cuestionamientos diversos en cuanto empezó.
Los vecinos del Barrio Bolaños, enclavado en la ladera de la vía interoceánica a la salida del túnel Guayasamín, se opusieron, puesto que ven afectados su emplazamiento y sus ingresos.
Se habla de una posible reubicación de las casas construidas en la pendiente, pero los vecinos se oponen. El sitio ya fue declarado en riesgo en el 2011.
Otro punto neurálgico es aquel de la Plaza Argentina, en las inmediaciones de las avenidas 6 de Diciembre y Almagro, Shyris y las cercanías de la Eloy Alfaro. Allí se ha criticado la construcción de pasos a desnivel, por considerarlos obsoletos y antiestéticos.
Pero la ciudad demanda soluciones. Quito requiere salidas y entradas expeditas y rápidas para los miles de vehículos que transitan, incluido el transporte público. El bien colectivo debe estar por encima del bien individual.
El camino de los foros, el diálogo abierto, el debate de soluciones técnicas y la presentación de alternativas es la mejor idea para tratar los proyectos de la ciudad y con los vecinos de Quito.
Este tipo de temas no puede ser convertido en campo de batalla de luchas políticas internas o en la oportunidad para oponerse sin dar alternativas.