El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) logró el triunfo en casi todas las provincias de España, mientras que su mayor rival, el Partido Popular (PP) recibió un castigo en las urnas. El primero logró 123 diputados; ahora tiene 84. En cambio, el PP logró apenas 66, la mitad de los 134 con que cuenta en el Parlamento actual.
El PSOE ha anunciado que quiere realizar un Gobierno “en solitario” y hacia allá apuntará sus esfuerzos. Sin embargo, su triunfo lo dejó lejos de alcanzar la mayoría de 176 bancas que le permita concretar sus ambiciones.
En los sistemas parlamentarios europeos, uno de los retos permanentes es lograr la gobernabilidad. Ahí, la coalición es una norma y para eso se requiere de pactos con sectores con los que se pueden mantener discrepancias. Así ocurrió en Alemania con Ángela Merkel, quien sostuvo largas discusiones hasta lograr un pacto migratorio con sus socios de la Unión Social Cristiana y el Partido Socialdemócrata.
En el caso de España, los últimos meses han sido un ejemplo de lo difícil de alcanzar acuerdos. Pedro Sánchez, jefe de Gobierno (PSOE), lo ha vivido en carne propia. Para lograr la destitución de Mariano Rajoy, requirió de pactos con los independentistas catalanes, que luego se distanciaron al debatir el presupuesto y por los procesos judiciales que se les sigue a los líderes separatistas.
Creer en una administración sin alianzas puede ser un dulce sueño que las victorias electorales como las del PSOE generan. Pero la realidad irá señalando el camino.
Quizá a ese partido deba escuchar el llamado del líder de la izquierdista Unidos Podemos, Pablo Iglesias, quien, por fuerza de las circunstancias y para evitar una debacle, moderó su discurso de una constituyente a defender la vigente, para apenas alcanzar 42 de los 67 curules que tenía.
Algunos alientan un pacto con la centroderechista Ciudadanos, que pasó de 32 a 57 legisladores. Empero, estos han dicho que todo diálogo es posible, menos apoyar a Sánchez para que siga como Jefe de Gobierno. El reto del PSOE es, entonces, mayor de lo que le permite el fervor electoral.