El Seguro Social es una entidad tan poderosa como débil. Este contraste atañe a todo el Ecuador y a su economía.
En días pasados, una vez más su difícil situación económica y su supervivencia indispensable en el tiempo volvieron a debate con distintas visiones.
Una expresión del ministro Miguel Carvajal ante la militancia del movimiento oficial trajo cola.
Señaló que el IESS está quebrado, aunque luego aclaró el alcance de sus palabras: se trataba, dijo, del uso de lenguaje coloquial.
El presidente del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social IESS, Manolo Rodas, sostuvo que no se puede hablar de quiebra sino de una situación compleja. “La categoría de quiebra no es adecuada”, dijo el funcionario.
Pero la semántica usada no hace desaparecer, ni mucho menos, las amenazas al IESS. Si bien es la entidad que más dinero recauda en el país cada mes, es también una bomba de tiempo por cuanto lo recaudado, de acuerdo a expertos, no puede sostener la relación de aportantes y jubilados. Así de simple.
Se ha decidido abrir las cuentas del IESS y próximamente se sabrá con detalle el cálculo actuarial de los seguros de pensiones y de salud. Los jubilados no aguantan la tensión y sus exiguas pensiones no les alcanzan.
La atención médica, que creció sin un financiamiento asegurado, tampoco resiste la presión y exigencia de la gente. La buena noticia es que el Estado vuelve a reconocer la deuda con el IESS, pero: ¿cuándo y cómo la pagará?