Las cifras espeluznan. 22 000 muertos en México. 110 asesinatos a niños y 10 000 huérfanos en Ciudad Juárez, Estado de Chihuahua, en los últimos tres años. La ciudadanía, indefensa; el Estado, impotente. Reinan las mafias de los carteles de la droga.
El establecimiento ha emprendido en distintas campañas. Una iniciativa llevó a las calles de Ciudad Juárez incluso al Ejército. Al cabo de un tiempo tuvo que hacer mutis por el foro y retirarse.
El campanazo sonó hace más de 15 años. En la fronteriza Tijuana asesinaban de manera flagrante al candidato presidencial oficialista Luis Donaldo Colosio. Luego fueron cayendo policías y agentes encubiertos de la DEA, informantes y jueces, hasta autoridades federales y periodistas.
México y Estados Unidos mantienen la frontera terrestre más larga del planeta, por ende los pasos fronterizos vulnerables son abundantes y el control es una misión imposible.
En nuestras cárceles hay 21 mexicanos presos por esta causa. Es obligación de las autoridades del Ecuador y de la sociedad entera mirarse en el espejo de la triste y brutal realidad por la que atraviesa el hermano país de México para impedir que nos convirtamos en una futura cabeza de playa de narcotraficantes y bandidos de toda índole.
Desde las fronteras laxas, hasta las rebajas de condenas del 2 x1 a narcotraficantes, pasando por los fallos judiciales modificados, hasta los recursos de refugios interpuestos por los detenidos por estos delitos en nuestro país, las alertas están planteadas sobre hechos sólidos.
La Policía procede a múltiples capturas, se desmantelan bandas de narcotraficantes y se captura a grandes capos de la mafia internacional. Hay que modificar leyes y afinar controles para evitar que el país se vuelva tierra de nadie.