Donald Trump, como presidente de un país poderoso, debe asumir frentes externos complejos que demandan una atildada política de Estado.
Las primeras semanas de su mandato han sido de tensiones por sus palabras en torno a los latinos y los migrantes, así como la continuación de su muro para separarse de México. Ya se aplican duras medidas contra personas sin papeles y rigen las alertas sobre ciudadanos originarios de los países árabesPero ha experimentado la vigencia de un Estado de derecho donde los jueces pueden frenar sus decisiones.
En cuanto a geopolítica, una cita con el Primer Ministro japonés y la conversación con Juan Manuel Santos han sido noticia, tanto como su primera invitada, la Primera Ministra Británica, y sus gestos de cooperación.
En otro orden, la conversación de Trump con la Presidenta de Taiwan mandó señas equívocas para lo que ha sido una política de Estado desde hace décadas, cuando Jimmy Carter habló de ‘una sola China’.
Las lógicas susceptibilidades de China parecen haber sido subsanadas con el diálogo con Xi Jinping.
Esta semana Trump recibirá a Netanyahu. Las primeras señas parecían proclives a consentir el expansionismo judío en Cisjordania, a diferencia de la tesis de Obama, pero se podría volver a tesis originales.
El entorno mundial es complejo en la actualidad y merece serenidad, pensar antes de hablar.