La Jornada Mundial del Refugiado, que se recordó ayer, no ha ofrecido motivos para ninguna celebración. Al contrario, estuvo rodeada de estadísticas y noticias que siguen provocando desazón.
Los datos que difundió la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) revelan que los expatriados registrados en diferentes áreas del mundo sumaron 65 millones en el 2015. Es decir, se agregaron 6 millones a los 59 millones contabilizados en el 2014.
El drama que afrontan los perseguidos se evidencia en otro dato: en la actualidad, una de cada 113 personas se ha visto obligada a dejar su casa por efecto de los conflictos. Estos se desatan por una infinidad de factores, como el fundamentalismo religioso, de la naturaleza que exhibe el Estado Islámico, que ha expulsado a cristianos de sus áreas de influencia, y el racismo. O por el enfrentamiento de facciones políticas que desembocó en la guerra civil que desangra a Siria desde inicios del 2011 y que ha formado un ejército de 4,5 millones de refugiados.
Lo más desesperanzador que traen las cifras de Acnur se halla en este detalle: el 51% de los desplazados son niños, cuyo futuro es incierto.
El Ecuador tampoco escapa de esta cruda realidad. El país otorgó el estatus de refugiados a 60 329 personas, que en su gran mayoría han escapado del conflicto en Colombia, uno de los tres países del orbe con el mayor número de desplazados internos (6,9 millones). Los otros dos son Siria e Iraq.