Las acciones del gobierno de Lenín Moreno apuntaron a lo económico, en el intento de sacar al país de la crisis. Pero la fractura que dejó octubre hizo que la política electoral ganara espacio.
En un año estaremos en la cúspide de la campaña, previa a la asistencia a las urnas el 28 de febrero. Hoy es tiempo de la precampaña. Los políticos hacen visitas y recorridos, preparan estrategias y pulsan el sentir de la gente y sus expectativas.
La fragmentación de la autoridad electoral, que se expresa en un juicio político en la Asamblea a Diana Atamaint, es una foto desafortunada.
Indudablemente, salir del control unilateral y autoritario de los poderes sometidos por un Ejecutivo autoritario y perseguidor no es tarea fácil. Parecía un camino razonable que los vocales del CNE respondieran a fundamentos técnicos y expresaran corrientes ideológicas diversas.
Lamentablemente no se supo aquilatar el valor de la discrepancia democrática y la vida dentro del ente ha sido de constante pugnacidad. Más allá del resultado del juicio político, hace falta madurez para ceder y convencer, no imponer y obedecer.
Un intento de mejorar sustancialmente las cosas quedó a medias con la reforma al Código de la Democracia. Lamentablemente no se pudieron corregir aspectos de fondo. Seguiremos con distritos electorales -tal vez por conveniencia de las fuerzas que creen poder ganar los comicios. El cambio del método de asignación de escaños no es del todo prometedor, pues era básico combinarlo con la supresión de distritos.
El Tribunal Contencioso amputó el intento de depurar el panorama de los casi 280 partidos que hizo el CNE. Además, hay al menos 50 grupos nuevos a la espera de inscripción.
Mientras los fondos electorales vengan de las arcas fiscales será buen negocio o promoción atractiva y acaso tendremos una docena o incluso más candidatos presidenciales.
En todo caso, es de esperar que, luego del juicio político, la autoridad se concentre en lo primordial: que la voluntad popular sea respetada sin espacio para la sospecha, la manipulación o el fraude.