El camino hasta la firma de los 218 acuerdos logrados durante los diálogos entre el Gobierno y los movimientos indígenas no ha sido fácil. El proceso nació bajo la amenaza de que los 18 días de protestas que paralizaron al país se extenderían, con efectos difíciles de dimensionar más allá de los USD 1 115,4 millones que se calcula dejó en pérdidas el período de manifestaciones.
Los diálogos se iniciaron, también, con la concepción de una de las partes de que las conversaciones consistían en llegar con una serie de demandas impresas en papel y que la otra simplemente debía firmar y aceptar sin análisis ni negociación; igualmente, con la premisa de que si no se procedía así se corría el riesgo de que se levantaran de la mesa y retomaran el paro.
No ocurrió, pero prácticamente en cada uno de los 90 días que tomó el proceso, en cada declaración ante los medios de comunicación, invariablemente, los representantes de uno de los bandos mostraron insatisfacción, frustración, cansancio y, aunque no se lo dijo abiertamente, dejaron en el aire la idea de fracaso y la posibilidad de volver a las calles como una forma de presionar para que las cosas se hicieran a su modo.
Al final, tras idas y vueltas, veladas amenazas, exigencias de más, cierres parciales de temas, análisis de las partes, reinicio de conversaciones sobre cuestiones aplazadas, se firmó el 14 de octubre pasado un documento con los 218 consensos alcanzados en igual número de cuestiones.
Con seguridad, los acuerdos no salvarán al país ni lo sacarán de la profunda crisis en la que está sumido, pero sin duda aportarán a mejorar el manejo de temas como la cartera vencida en la banca pública, control de precios y la largamente debatida y nunca encarada focalización de los subsidios de los combustibles.
Ahora, sin embargo, viene la parte quizás más difícil: la construcción de los mecanismos para la ejecución en la práctica de los consensos. Si se logra, será un hecho histórico y mostrará que el país puede avanzar con diálogo y lograr consensos más allá de nuestras diferencias. No desaprovechemos la oportunidad.