La conmoción social marca las últimas semanas de la vida de varios países. Venezuela, Nicaragua, Perú, Ecuador, Chile, Bolivia, Haití, entre otros países del continente, preocupan.Hoy hay elecciones en Argentina y Uruguay, con expectación por los resultados.
La crisis en Venezuela es larga y se ha expresado en la constante salida de sus ciudadanos. Nicaragua también reprime y atosiga las libertades. El Gobierno de México parece claudicar ante el crimen organizado.
En Perú, crece la tensión entre el presidente Vizcarra y el bloque fujimorista. El país arrastra el efecto de la corrupción de Odebrecht, que tiene encausados a los últimos presidentes y llevó al suicidio a García.
En Ecuador, el paro indígena se expresó en violentas protestas, mostró la infiltración de terroristas y la influencia del correísmo para evitar los juicios por actos corruptos.
El Gobierno dio marcha atrás en la liberación de los combustibles y abrió tardíamente un diálogo cuyo final no luce claro; hay una grieta social y política cada vez más profunda. Salvó el escollo pero queda débil.
Chile, país modélico por su desarrollo y los índices que mostraban que miles salían de la pobreza, anidaba el germen del descontento que afloró tras un detonante: el alza del pasaje del metro. El sistema de transporte, orgullo de Santiago y su gente, fue destruido parcialmente.}
Llegaron el vandalismo y la represión. La gigantesca marcha pacífica del viernes muestra que el modelo político de la Concertación para salir del Régimen de Pinochet ya no da más. Las medidas sociales del Gobierno de Piñera no aplacan la ira contenida. Habla de cambios en el gabinete. Los más radicales piden la renuncia y ya se habla de una nueva Constitución.}
En Bolivia volvió a ganar Evo Morales. Torció la Constitución a su antojo, irrespetó el plebiscito y el conteo se paró sospechosamente. Hay tensión en las calles. La OEA y la Unión Europea piden una segunda vuelta, mientras el favorecido por las cifras da por consumados los hechos.
Los líderes que se aferran al poder presentan la situación regional como un triunfo, pero todos perdemos.