Una vez más los aspectos comerciales, ajenos, aparentemente a las visiones políticas, muestran tensión en el mapa planetario.
El fin de semana se divulgó en Pekín un documento decidor. Se trata del libro blanco que revela la ‘Posición de China sobre Consultas Comerciales China-EE.UU.’.
Aparentemente superadas las épocas de la Guerra Fría, luego con la noción de un mundo unipolar, el mapamundi se fue recomponiendo.
Este es un momento especial. La Unión Europea entra en desajustes producidos por las decisiones del Brexit (salida de Reino Unido).
Rusia mantiene sus diferencias con Europa y se acerca por momentos a China. Una demostración de fuerza.
China defiende su campo de acción en el Lejano Oriente.
Esa China ha ido expandiendo su influencia y construyendo relaciones con varios países. América Latina es el ejemplo más palpable.
Las visitas de Xi Jinping a Argentina, el diálogo mantenido con anteriores gobiernos de Brasil o, por ejemplo, la penetración con préstamos a Ecuador y empresas constructoras o vehículos son evidentes.
China lanzó a Estados Unidos un salvavidas cuando la crisis inmobiliaria. Hoy las negociaciones comerciales son tensas. La complementariedad es una clave de las relaciones. China niega avances y acusa a Estados Unidos de coerción e intimidación en materia comercial.
Si China tiene una postura preponderante, el liderazgo norteamericano está también marcado por la fuerte personalidad del Presidente.
Una visión donde el conflicto y la imposición parecen parte del juego político, como sucede con México, o con sus pulsos e intercambio de ideas y frases frente, por ejemplo, a la OTAN, aunque en otro contexto.
No debemos olvidar que EE.UU. está ya en plena etapa de la pre campaña. Donald Trump buscará la reelección y a sus rivales demócratas ya alistan debates de sus primarias.
Por ahora los consumidores norteamericanos pagan la factura, nunca mejor dicho – productos más caros – de la tensión comercial. No se ve luz.