El norte grande de Chile tembló. Los fuertes terremotos y sus réplicas en las zonas próximas a Arica, Iquique, Antofagasta y otras localidades chilenas son un ejemplo para otros países, que, como Ecuador, se asientan en geografías de riesgo tectónico.
La triste lección aprendida con los terremotos de hace cuatro años, justo al cierre del primer mandato de la presidenta Bachelet, y la coincidencia de los nuevos enjambres de sismos de estos días, poco tiempo después de su nueva posesión, son una clara demostración de madurez de una sociedad que ha sabido priorizar la organización y la adecuada respuesta institucional.
Los siete muertos que dejaron los fuertes terremotos pudieron ser más, de no haber existido una preparación sistemática que de modo responsable desplegaron la sociedad y sus instituciones.
Ya hace cuatro años las comparaciones con la tragedia de Haití, donde los sismos fueron de menor magnitud que en Chile, daban fe de la importancia de una Defensa Civil coordinada y eficaz.
Ecuador debe mirarse en el espejo de Chile. Ante la amenaza de tsunami hubo una rápida respuesta, lo cual significa que el sistema de alertas temprana y prevención funciona. Queda por reforzar la infraestructura de cuarteles de Fuerzas Armadas y de Policía, estaciones de Bomberos, hospitales y posibles albergues. A la par, las normas de construcciones sismorresistentes deben ser observadas con absoluta responsabilidad, para evitar miles de víctimas mortales en una eventual catástrofe telúrica.