Los 15 000 atletas inscritos y otros miles de deportistas espontáneos sin números cuentan las horas para la partida de esta gran carrera de Quito. Esta llega ya a su edición número 51 con el reconocimiento nacional e internacional.
En esta ocasión, por primera vez y como un gesto de recompensa al gigante esfuerzo organizativo y a la perseverancia, ha llegado al país la tea olímpica.
La carrera ha cobrado un nombre, va escribiendo historia y por sus recorridos, modificados en el tiempo, han pasado ilustres nombres de nuestro atletismo que el año anterior recibieron el homenaje merecido, a propósito de los 50 años de la competencia atlética.
Desde los primeros meses del año esforzados deportistas aficionados madrugan antes del alba para acondicionarse físicamente. El esfuerzo en las frías y lluviosas mañanas quiteñas tiene su recompensa. Cuando se dé la señal de partida, muchos correrán por el sueño de mejorar su marca pasada, otros por mantenerla o recuperarla, y los demás por mantenerse en buenas condiciones físicas.
En la multitud, en la marea humana, la principal competencia que existe es la lucha con cada uno. Cada atleta corre su propia carrera y tiene su propio reto.
A los miles de aficionados al deporte se une un selecto grupo de atletas de élite que buscan en esta justa reconocimiento y medallas. Muchos vienen de distintos puntos del país, otros viajaron desde muy lejos para estar en el punto de partida. Mañana lucharán sin descanso por conquistar sitiales preponderantes.
Para EL COMERCIO y su fraterno Últimas Noticias es un honor y un privilegio presentar la edición número 51 de la carrera de Quito y que ya es símbolo del Ecuador.