El poderoso Gobierno del Frente Para la Victoria logró situar en el debate del Congreso una ley que busca controlar el papel en que se imprimen los diarios. Ganó con holgura la llamada media sanción (debate en la Cámara baja) y en el Senado el partido oficialista también tiene amplia mayoría.
Las tensiones del Gobierno con los grandes medios argentinos son parte de una larga guerra que instaló el ex presidente Néstor Kirchner, primero, y la presidenta Cristina Fernández, luego. El pulseo con La Nación y Clarín ha tenido altibajos en la intensidad de los ataques, hasta el intento de revivir un antiguo episodio sobre el manejo y conformación de la Empresa Papel Prensa en la dictadura militar. El estilo de los políticos populistas reprodujo en el escenario nacional lo que fue una práctica en el ámbito provincial donde tuvo origen la pareja política que domina el espectro argentino durante la última década. La presión a través de la pauta publicitaria, empleada como premio o castigo; la alianza con varios medios de pequeña influencia para alinearlos con las políticas públicas y las tesis de las causas coyunturales y, luego, la entrega de medios y frecuencias a amigos empresarios llegaron con idéntico molde a la Casa Rosada.
Ahora se quiere declarar de “interés público” la producción, circulación y distribución de papel para diarios. Junto al debate parlamentario, un discurso agresivo contra los periodistas y medios críticos, una ley de medios que entró por presión oficial y una atmósfera parecida de confrontación como la que se vive en otros países, dibuja un escenario preocupante.
Al igual que al resto de países, nada le conviene más a la Argentina que el debate intenso e incluyente, pues solo con él es posible la democracia plena.