La separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial se proclamó hace más de dos siglos, sin embargo, son pocos los países incluso llamados desarrollados que lo cumplen a cabalidad.
Periódicamente se habla de la politización de la justicia y de la judicialización de la política. En España, los partidos políticos por un lado y los independentistas catalanes por el otro, han hecho posible que así sea. Las cuentas en B del primer partido de la oposición, está en manos del Tribunal con mayoría nombrada por el infractor.
El encarcelamiento de los independentistas condenados por sedición no es solución a un problema político cuya solución, por lógica, se encuentra fuera del ámbito judicial. Aun así, un ex vicepresidente, ex director del FMI juzgado con garantías, está en la cárcel. Desde luego, la organización administrativa se desarrolla bajo una larga tradición consolidada de competencias previstas en la ley y en los reglamentos. Los funcionarios del Estado según especialidad y nivel consiguen su trabajo con estabilidad garantizada después de participar en concurridas oposiciones y superar dos pruebas difíciles, una teórica (cien preguntas sobre las leyes) y una práctica. Para ser juez o notario, según las estadísticas, de promedio se necesita estudio y preparación durante cinco años. El auxiliar administrativo que accede por oposición, goza de estabilidad con garantía legal.
El jefe no puede ordenarle recoger a su hijo del colegio. No se le ocurriría. Un funcionario sabe y cumple sus competencias. Si está en una ventanilla de atención al público, se limitará a cumplir su papel, no a interpretar la ley ni a sugerir al usurario alternativas para obtener los resultados que busca. Éste debe cumplir los requisitos publicados y punto.
Todo ello dentro del marco de la Constitución cuyos proyectos de reforma deberán ser aprobados por una mayoría de tres quintos de cada una de las dos Cámaras. Llegar a esta situación ha requerido de cinco siglos.
Ecuador al menos podría parecerse lejanamente a lo descrito pero, la realidad es otra. Desde la Independencia de España es el país que han logrado organizar y desarrollar los ecuatorianos, nadie más, con todas sus limitaciones y cualidades, entre otras: hospitalarios, trabajadores (valorados en el extranjero), sin experiencia de hambrunas; pero también con limitaciones marcadas por la Historia: identidad cultural en proceso, segregación social latente, picaresca local, insuficiente compromiso para cumplir con leyes y normas; preferencia a criticar la corrupción en tercera persona para evadir la autocrítica.
La situación actual es dura. Superarla requiere de la participación y del compromiso de todos. Una hebra se rompe; cientos que forman un tejido, no.