Las lecturas de la consulta y el referendo seguirán teniendo ecos. Más allá de las urgencias de la economía y los tiempos lentos que el Gobierno parece imprimir en esta materia, la política también juega un momento distinto.
Las primeras interpretaciones de los resultados del 4 de febrero eran previsibles. La victoria del Sí es significativa. Sin embargo los que la forjaron en el campo político, más allá de la imprescindible expresión de las personas en las urnas, son numerosas organizaciones políticas y sociales del país cuya representación ideológica, política y social no se puede juntar en la misma mesa sino por algunos elementos de coyuntura.
La convicción de derrotar al ex presidente, cuyos 10 años de mandato ahogaron el oxígeno democrático y las libertades, juntó tras esa causa a aliados de ocasión.
Luego del anuncio de una cirugía mayor contra la corrupción que muchos no creyeron y de la cual todavía dudan – fue el Presidente quien tomó una decisión política: convocar a la consulta y el referendo.
Pero el triunfo no le pertenece, y así lo ha mencionado él atribuyendo a la voluntad popular esa victoria. Están también en la suma de esos votos por el Sí, la facción de Alianza País que decidió ser plataforma del Ejecutivo, los partidos políticos de la vieja y nueva derecha, Pachakutik, los diminutos restos de la centro izquierda e izquierda y unas cuantas fuerzas locales dispersas.
Adicionalmente en el espectro ciudadano están todos los sectores populares, desde la Confederación de Nacionalidades Indígenas, Conaie, sindicatos, ecologistas y hasta los gremios empresariales.
Por lo anotado buscar alianzas que se expresen en un factor de gobernabilidad no parece del todo probable dado lo variopinto de las vertientes que se juntaron por el Sí.
En el ámbito parlamentario, donde los tiempos son lentos,-tanto que desesperan-, y lo son aún más que los ritmos del Ejecutivo, la fórmula se acercará a alianzas puntuales, y no siempre a razones que sean banderas del gobierno, ya que pesa el factor ideológico, pero también el pragmatismo político por la cercanía de las elecciones de medio tiempo ( alcaldías y prefecturas).
Lo anunciado y deseable es que continúe Lenin Moreno con su llamado al diálogo, más allá de los deslices o verdades del ex funcionario Mangas. Arribar en todos los temas a acuerdos no es asunto fácil pero buscar puntos de encuentro siempre es el camino correcto, especialmente luego de tantos años de confrontación y desprecio a todo lo distinto, a todo aquel no se sometía como alfombra a una sola voluntad omnímoda que imperó por una década.
Por lo demás, está claro que el No tiene un sector que se atribuye todos sus votos, son menos que los del Sí, aunque quieran torcer la cifra y proclamarse vencedores. Pero ese número no es despreciable como punto de partida para una nueva lid electoral. Aún en la derrota y depresión del líder no cabe perder de vista que los populistas son como una hidra de cien cabezas.
Cada cosa tiene su tiempo…