La precoz deriva autoritaria del régimen de Rafael Correa Delgado, con la salvaje destitución de los 57 diputados del Congreso y la cooptación del Tribunal Supremo Electoral, le permitió forzar una Constituyente de plenos poderes, que diseñó la Carta Política a la medida de su desbordante petulancia.
En las Actas 056 de 31 de mayo 2008 y la 069 de 20 de junio del mismo año, recorremos un pintoresco debate adornado de lugares comunes, que giran alrededor del romanticismo socialista del siglo XXI. Elogios a la revolución cubana, alegorías al régimen chavista, impetuosas proclamas contra el capitalismo, el repudio al mercado, la empresa privada y la satanización a la actividad financiera y bancaria. Una cabalgata discursiva de condena a la dolarización. El frenesí por el socialismo. Eso es lo que fue esa constituyente.
En el embeleso del ideologismo, se aprueba el artículo 312 de la Constitución, que establece la incompatibilidad entre la actividad financiera y bancaria con la participación accionaria en los medios de comunicación. Para el 2010 se reforzó la tendencia autoritaria del régimen y la persecución a los medios de comunicación.
En el 2011 y en el contexto del Estado autocrático de propaganda se convocó a una Consulta popular y Referéndum el 7 de mayo. No satisfecho con haber establecido la incompatibilidad entre las actividades financieras con los medios de comunicación, se aprovechó para añadir la prohibición a las empresas de comunicación privadas de carácter nacional, sus directivos y principales accionistas, tener acciones fuera del ámbito comunicacional. Disfrazaba así la perversa intención de liquidar a los medios de comunicación. El último estorbo para el poder absoluto.
El restrictivo texto es inédito en la historia del constitucionalismo democrático. Se colocaba una regla distinta para los medios privados. Se desgarraba el principio de la igualdad ante la ley. ¿Por qué lo incluyó? Con el deliberado afán de volver inviable la existencia de medios de comunicación independientes, en especial de la prensa escrita. Al fin y al cabo, el caudillo populista no admitía entramado institucional y tejido social que perturbe su mesiánica presencia ante la clientela electoral.
En crisis, las empresas sufren un impacto y más aún con la pandemia. Las empresas de comunicación aguantan los efectos de la recesión. En el caso de la prensa escrita la situación es en extremo vulnerable.
El liderazgo democrático del presidente Lasso reivindica los valores permanentes de la libertad y la sana competencia. Si queremos más Ecuador en el mundo y más mundo en Ecuador, hay que quitar los obstáculos a la inversión. En el mundo de la información que vivimos, impregnado de la Red, el internet y la globalización digital que supera todo límite y frontera, resulta un absurdo colocar trabas a la inversión en el campo de la comunicación.