¡La violencia en el Ecuador es noticia mundial! Esta constatación nos sobrecoge y a la vez nos impulsa para que nuestro país vuelva a ser el oasis de paz, en el contexto del paraíso de la biodiversidad y la interculturalidad, con el compromiso de todos los ciudadanos y no solo del gobierno.
¿Cuándo el Ecuador perdió el rumbo? ¿Quiénes son los responsables? ¿Qué factores influyeron para que grupos violentos arrasen con la institucionalidad y secuestren a la nación?
Hay responsables, pero la corresponsabilidad es de todos. La clase dirigente es responsable principal porque repitió los errores del pasado, y no actuó con sabiduría para conducir al país con honradez y eficiencia en el escenario nacional e internacional, al privilegiar los intereses personales a los de la Constitución y las leyes que juraron.
Una lectura y aplicación sesgada y perversade las demandas del país, permitieron la infiltración paulatina de los terroristas en las instituciones encargadas de velar por la seguridad jurídica: la justicia, la política, la policía y la milicia, entre otras, que debilitaron la estructura estatal -con miles de leyes sin aplicación-; propiciaron la contratación pública de grandes obras contaminadas por la corrupción, con más de veinte empresas públicas quebradas; la expedición de leyes penales que defienden los derechos de los victimarios y no de las víctimas; los operadores de justicia carcomidos por el dinero fácil y funcionales a la impunidad; el lavado de dinero sucio y la compra de jueces sin Dios ni ley; las aduanas sometidas a los designios de la narcodelincuencia; la empresa privada, la banca y la industria permeadas por las mafias; y una educación llena de contenidos, pero vacía de ética cívica…contribuyeron a que el crimen organizado se instale y atemorice a ciudades y pueblos con un resultado triste: ¡No hay espacio en la sociedad libre de corrupción!
Este cáncer ha dado poderío a los mafiosos -más de veinte bandas del crimen organizado-, quienes, desde las cárceles, con dinero ilícito, han sembrado terror con demandas y extorsiones improcedentes, contra un Estado que -¡por fin!- ha declarado la guerra a esta crisis que atenta a la estabilidad de la democracia.
¿Cómo salir de este pandemónium? Un estado de guerra contra mafias internacionales -como se ha declarado-necesita estrategias nacionales e internacionales de mediano y largo plazo; personal calificado, equipamiento tecnológico, inteligencia y contrainteligencia; un tratado internacional contra el negocio internacional de la droga -producción y consumo-, el lavado, la trata de personas, los ciber delitos, reformas urgentes a los sistemas de justicia,carcelario, economía, sistema financiero, educación y modelos de contratación, nuevos roles de los medios de comunicación -públicos, privados y comunitarios- que rescaten lo positivo del Ecuador, moderen las redes sociales, y castiguen de modo ejemplara los criminales.
Un acuerdo nacional, único, sin ideologías políticas o posiciones partidistas, es urgente. Basta de manifiestos, basta de declaraciones. Y un proyecto colectivo: ¡Despierta, Ecuador!