Dentro de cada disciplina científica, a más de tener un objeto de estudio y un marco conceptual específico, hay ciertos términos que, de manera inmediata, nos permiten identificarlas. En el caso de la economía, esos términos son, por ejemplo, inflación, desempleo, PEA, PIB o recesión.
En la ciencia política y, más en particular, en los estudios comparados sobre democracia, se ha comenzado a tomar prestado términos de otras disciplinas. Uno de esos es el de “democracias en recesión”.
Aunque varios colegas posiblemente no estén de acuerdo con lo que voy a afirmar, considero que lo ocurrido recientemente en Ecuador y América Latina podría definirse como democracias en recesión.
Tengo la impresión que la historia reciente de la región ha estado plasmada por una visión más económica que política, sociológica, ideológica o cultural. De ahí que la idea que tenemos de nuestra historia haya estado influenciada por el efecto de la crisis de los ochenta (de la deuda), la de los noventa o la del dos mil (feriado bancario). Aunque no puede dejarse de lado el peso que tiene la economía en la sociedad, ¿qué pasa cuando en lugar de crisis económicas tenemos crisis políticas e institucionales? ¿Tiene sentido entonces hablar de democracias en recesión?
Esto viene a colación justamente cuando tratamos de explicarnos lo que han sido estos 10 años de gobierno de la Revolución Ciudadana. El régimen del presidente Rafael Correa ha gozado por uno de los periodos de la historia del Ecuador de mayor bonanza. Según los entendidos, desde el 2007 hasta la fecha han ingresado a las arcas del Estado más de 220 mil millones de dólares. Sin embargo, ¿qué pasó con la democracia?
Así como en el economía, la política en el Ecuador también ha atravesado por ciclos. No hemos seguido, después de décadas de dictaduras, una dinámica lineal y progresiva de consolidación. Estamos atravesando por ciclos discontinuos de consolidación e incluso restauración de regímenes autoritarios y semi-democráticos. Me refiero particularmente a Venezuela, Bolivia y Ecuador.
El ciclo de democratización, el cual inició a fines de los años setenta, ha terminado. Se ha dado un desmontaje de los regímenes democráticos por autoritarios. A diferencia de la economía, en que recesión se define como la continuación de 2 ciclos continuos de decrecimiento, en política vendría a ser un retroceso en términos de independencia de los poderes del Estado, garantía de derechos y libertades, e incluso abuso de poder.
¿Cómo se dio esto? Fueron las elecciones, pilar de la democracia representativa, las que fueron usadas por los populismos de izquierda para echar abajo constituciones y aprobar nuevas reglas de juego. Eso explica que, pasados los años, en el caso de Venezuela, Bolivia y Ecuador no exista Estado de derecho y, fundamentalmente, los contrapesos institucionales. ¿No son suficientes razones para hablar de democracias en recesión?