Este 15 de septiembre acaba de celebrarse el Día Internacional de la Democracia en medio de una creciente preocupación entre quienes la estudian y promueven por su declive en el mundo a lo largo de los últimos años.
Quizás el primero que encendió las alarmas fue el teórico de la democracia Larry Diamond, que en su libro de 2009 titulado “The Spirit of Democracy” sostiene que, si bien desde la tercera ola de democratización iniciada en 1974 con la caída de la dictadura en Portugal la democracia se expandió rápidamente, a partir del golpe de estado de 1994 en Pakistán, los retrocesos democráticos se sucedieron sin pausa en varios países influyentes como Rusia, Venezuela o Nigeria, los que no han cesado.
Así, Freedom House dice en su último informe que los enemigos de la democracia en el mundo han acelerado sus ataques y que los regímenes autoritarios se han vuelto cada vez más efectivos cooptando o eludiendo las instituciones destinadas a apoyar las libertades básicas y prestando ayuda a otros regímenes que deseen hacer lo mismo.
Señala también que en países con democracias establecidas desde hace mucho tiempo, las fuerzas antidemocráticas internas han explotado las deficiencias de sus sistemas, distorsionando la política nacional para promover el odio, la violencia y el poder desenfrenado, como hemos podido ver en Ecuador.
Varieties of Democracy, en su informe de 2022, sostiene que los niveles de democracia disfrutados por el promedio mundial ciudadano en 2021 han bajado a los de 1989. También apunta que las dictaduras van en aumento, albergando ya al 70% de la población mundial y que hay preocupantes señales de que la naturaleza de la autocratización está cambiando a través de la polarización y la desinformación.
De esta forma, parece ser que el futuro de la democracia se acerca a un punto de inflexión y si quienes la defendemos no juntamos esfuerzos para protegerla y fortalecerla, lo que prevalecerá será un modelo autoritario en el que perderemos nuestras libertades.