De acuerdo a varios autores como Santiago Basabe y Julián Martínez o Simón Pachano y Sergio García, el régimen que se instauró en Ecuador luego de la llegada al poder de Rafael Correa fue el de un Autoritarismo Competitivo, un tipo de democracia disminuida teorizada por Steven Levitsky y Lucan Way.
En este tipo de régimen las instituciones democráticas formales existen y son los medios para obtener y ejercer la autoridad política, pero los funcionarios electos violan sus reglas constantemente, aprovechándose de su cargo para obtener ventajas sobre sus oponentes. Hay elecciones, pero no son justas ni competitivas.
Estas apreciaciones sobre el gobierno de Rafael Correa se ven avaladas por algunos índices de calidad de la democracia, como Freedom House, que durante todo ese periodo calificó al régimen ecuatoriano como parcialmente libre; o, Varieties of Democracy (V-DEM), que su escala que va desde 0 a 1, da cuenta de que el promedio que alcanza ese régimen es de apenas 0.30.
Sin embargo, desde la salida de Correa del poder, estos indicadores se fueron recuperando paulatinamente, consolidándose durante el gobierno de Guillermo Lasso. Así, en 2022, para Freedom House Ecuador es un país libre y para V-Dem es uno de los ejemplos de países en el mundo que ha logrado revertir un proceso de autocratización en marcha.
Sin embargo, esa recuperación está en riesgo, no solo por los constantes ataques de las fuerzas antidemocráticas, que además son mayoría en la Asamblea, sino también por los yerros de un Gobierno con buena voluntad, pero que a veces parece perder el norte, sobre todo en los aspectos sustantivos de la democracia, como el bienestar de los ciudadanos, dándole a esas fuerzas justificaciones para sus intentonas golpistas.
De esta forma, no solo es deber de los ciudadanos demócratas de este país el defender nuestras instituciones democráticas, sino también del Gobierno el de actuar a fin de evitar que volvamos a caer en un autoritarismo que esta vez podría ser definitivo.