Hay un avance notable en la conciencia pública respecto a los derechos de la naturaleza para evitar su destrucción. En lo urbano, es auspicioso leer que en Quito se desarrolló la Semana del Ambiente, en la que instruyeron a los asistentes cómo edificar jardines verticales con botellas plásticas; y, muebles, con llantas.
En lo rural, también lo es mirar la fotografía de campesinos comuneros de tres zonas de la provincia de Tungurahua sembrando árboles, porque quieren un páramo reforestado.
Un movimiento de jóvenes profesionales ecuatorianos, que se han especializado en Derecho Ambiental -con entusiasmo y desinterés- propicia la difusión de leyes y prácticas para resguardar el medio ambiente, los especímenes vegetales y animales que viven tanto en tierra como en el mar.
Uno de los casos más notables es evitar la cacería de los tiburones, a los que gente sin conciencia y sedienta de dinero captura, les corta sus aletas y aún vivos los devuelve al mar para que mueran.
Las aletas tienen alto precio porque gente del extremo oriente las consideran afrodisíacas.
La más reciente muestra de ese esfuerzo de los jóvenes especialistas ecuatorianos es el libro ‘Manual Sobre Derecho Penal Ambiental Ecuatoriano’. Es publicado por la Fiscalía General del Estado y por Sea Shepherd Conservation Society, compañía extranjera defensora de la vida en los mares.
Los dirigentes máximos, el fiscal general Dr. Galo Chiriboga Zambrano y el personero extranjero Sr. Godfrey Merlen -conjuntamente con los doctores Mario Peña Chacón, Hugo Echeverría Villagómez y Silvia Castro Medina, y el concurso de otro apasionado defensor de la naturaleza, el fiscal Dr. Bormman Peñaherrera- analizan la defensa de la naturaleza a la luz del reciente Código Orgánico Integral Penal, las normas de la Constitución de la República del Ecuador, la jurisprudencia constitucional, las normas de instrumentos internacionales y la legislación secundaria aplicable.
El libro contiene todas las normas que pueden utilizarse para defender a la naturaleza de las personas que solo buscan beneficios y causan daños, en ocasiones irreparables, a la tierra, a los bosques, a las aguas, a los reservorios naturales; y, en el mar, a especies que no deben ser explotadas sin medida.
Capítulo importante es aquel de la aplicación del Derecho Penal Ambiental en las Islas Galápagos, donde las autoridades del Parque Nacional ejercen vigilancia permanente para que ciertos irresponsables “turistas” no se lleven especies vivas únicas en el planeta.
En la defensa de estas especies, la Marina del Ecuador tiene papel importantísimo, pues si no actuara la devastación de la especie marina no conocería límite alguno.
Es hora de cooperar para que la defensa de la naturaleza sea total: se trata de la vida y de la supervivencia.
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