En los aciagos tiempos en los que atraviesa el Ecuador, en los cuales los análisis tienden a los extremos y muchos están cargados de una alta subjetividad, resulta harto complicado tener un balance cierto y equilibrado de lo que sucede.
Mucho más cuando, en una especie de pánico por el posible regreso del correísmo, medios de comunicación, intelectuales y sociedad civil han asumido la tarea de defensa del gobierno, como si fuese equivalente a la defensa de la democracia.
Esto ha llevado a que se pasen por alto muchos aspectos que son fundamentales para el país: lucha frontal contra la inseguridad, combate a la corrupción, reactivación económica, protección del medio ambiente e impulso de políticas sociales que frenen la desigualdad social.
Según quienes han tomado partido de esta “defensa de la democracia” el problema no es la debilidad, falta de liderazgo e incapacidad del gobierno. Es la oposición. Dicen que hay una confabulación del correísmo y los socialcristianos para que fracase el gobierno del presidente Guillermo Lasso. Si antes bloquearon los proyectos de ley enviados por el ejecutivo, ahora quieren sacarlo del poder.
Y aunque que parecería que todo esto responde a una estrategia por buscar culpables y al mismo tiempo deslindar responsabilidades, hay ciertas cosas que suceden tras bastidores en las cuales no hay tanta indecisión, debilidad y flojera: bonos y deuda externa, sector petrolero, banca…
Hay que tomar en cuenta que en el ejercicio del poder siempre van a existir sectores que no se sientan cómodos con lo que se hace e incluso impulsen iniciativas para desestabilizar, debilitar y generar el caos. Sin embargo, un presidente bien preparado y con un equipo de trabajo competente pueden enfrentar eso y más.
El Ecuador sufre de una delicada crisis institucional proveniente del mal diseño institucional originado en la Constitución del 2008. También por una corrupción generalizada y una crisis profunda de sus operadores políticos. Pero lo que pasa actualmente en nuestro país tiene también nombre y apellido. No solo es la oposición.