Es urgente cambiar de enfoque para enfrentar al crimen organizado. El presidente del país hermano Colombia, Gustavo Petro, en su último discurso en Naciones Unidas, nos brinda algunas pistas.
Para él la estrategia de “La guerra contra las drogas ha fracasado… Han aumentado los consumos mortales, de drogas suaves han pasado a las más duras, se ha producido un genocidio en mi continente y en mi país… 40 años ha durado la guerra contra las drogas, si no corregimos el rumbo y esta se prolonga otros 40 años, Estados Unidos verá morir de sobredosis a 2.800.000 jóvenes por fentanilo, que no se produce en nuestra América Latina. Verá millones de afros norteamericanos ser apresados en sus cárceles privadas. El afro preso se convertirá en negocio de empresas carceleras, morirán asesinados un millón de latinoamericanos…”
Para Petro la otra cara de la adicción a las drogas es la adicción al dinero. “La culpable es su sociedad educada en el consumo sin fin, en la confusión estúpida entre consumo y felicidad que permite, eso sí, que los bolsillos del poder se llenen de dinero”.
Entonces el presidente colombiano llama a “acabar con la irracional guerra contra las drogas. Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes. ¿Quieren menos drogas? Piensen en menos ganancias y en más amores”.
Hay que salir del enfoque exclusivamente represivo y pensar integralmente. Sin descuidar la acción policial y las cárceles, fortalecer las políticas sociales: educación, salud, empleo; discutir el consumo desde la salud pública, la despenalización de determinados consumos y los respectivos beneficios fiscales. Frente a la operación de bandas transnacionales se debe trazar con una estrategia conjunta de los estados. Lula, Petro y López Obrador deberían propiciarla. Nosotros deberíamos sumarnos sin prejuicios ideológicos.