Faltan solamente once días para que, amanecido el 18 de octubre del 2016, se publique la convocatoria a elecciones de Presidente y Vicepresidente de la República, así como de asambleístas nacionales y provinciales. Además, habrá una papeleta para elegir a los parlamentarios andinos, una especie política de luminarias para el exterior del país.
Después de un mes, el Consejo Nacional Electoral declarará el cierre de dichas inscripciones, y ese próximo martes 18 de noviembre es casi seguro que habrá nueve candidaturas-binomios a las dos más altas jefaturas administrativas del Estado.
Para las nuevas generaciones de ecuatorianos será un acontecimiento sorpresivo, porque apenas cumplidos 16 años de edad ya podrán acercarse a las urnas con cédula de identidad en mano, y entregar su voto, aunque sea la voluntad de una conciencia temprana de ciudadanía, como consecuencia de una más de las novelerías de estos diez años de correísmo.
Hasta ahora, esas nueve candidaturas forman un amplio espectro político, desde el Partido Social Cristiano con Cynthia Viteri; el movimiento CREO con Guillermo Lasso; el Acuerdo Nacional con Paco Moncayo; el seno gubernamental con el aliancista domiciliado en Ginebra-Suiza, Lenin Moreno; un recién constituido Centro Democrático con Paúl Olsen; Fuerza-Ecuador con Abdalá Bucaram Pulley; el Partido Adelante Ecuador con Álvaro Noboa; la Unión Ecuatoriana con Washington Pesantes, hasta Sociedad Patriótica, del expresidente Lucio Gutiérrez, todavía sin el nombre del candidato.
Y por ser numerosas las candidaturas en la contienda electoral para decidir quiénes gobernarán desde el 24 de mayo del 2017, no se sabe si habrá un binomio que alcance la votación suficiente para triunfar en la primera vuelta; y ese hecho abriría el camino seguro de una segunda vuelta definitoria de mayoría de votos, con la posibilidad de que sea excluido Lenin Moreno, el privilegiado “gran ausente de Ginebra-Suiza” por votación insuficiente, frente a los otros candidatos de oposición total al saturado gobierno correísta de inéditos y prolongados diez años.
Habrá sido el propio tiempo transcurrido el generador de esa derrota, para que el pueblo concluya con el ciclo del poder absoluto que ha padecido estos años.
Por otro lado, ya falta poco tiempo para que llegue diciembre y pasen a un segundo plano estos trascendentes campos electorales democráticos, y desde enero del 2017 se abrirá el escenario para que el pueblo escuche todas las propuestas de cambio de ciclo, a nuevos planteamientos políticos que ofrezcan resolver los problemas que ha generado esta larga época que llega a su etapa final, necesaria para limpiar el escenario y abrirlo con plenitud democrática.