Gerardo Villacreces Carbo
La “conveniente” gobernabilidad…
La ingobernable gobernabilidad es uno de los síntomas más relevantes de nuestra frágil democracia. Es preocupante que, los gobiernos entrantes, centren su principal atención y energía en generar “acuerdos” encaminados a recibir apoyo legislativo, fruto principalmente del hecho de que los asambleístas son elegidos en primera vuelta y no en segunda o en un segundo momento.
Al respecto vale reflexionar, si se justifica acaso ¿negociar a fin de conciliar o cuadrar los distintos intereses, en una suerte de trueque en el que el fin justificaría los medios? ¿Tiene sentido acaso, actuar en función del inmediatismo de resultados? o más bien, ¿sembrar ejemplo en la perspectiva del tiempo, a fin de cosechar en lo venidero una democracia sana y seria, que contribuya a un mejor país?
El tema de fondo desde la perspectiva de la ética política, es entender lo que se esconde detrás de dichos acuerdos a cambio del apoyo, es decir, conocer la esencia de las intenciones, las mismas que no siempre son en función de las necesidadesdel país, sino más bien, en atención a satisfacer las conveniencias e intereses propios de las distintas agrupaciones políticas; dentro de los cuales más allá de los egos y afanes de protagonismo y poder, habría - en ciertos casos - oscuros y poco transparentes intereses.
Los gobiernos que han sucumbido a esta trampa del inmediatismo, normalmente no les ha ido bien; así, por ejemplo, Gutiérrez con la famosa Pichi Corte,que pretendía favorecer los juicios contra Bucarán,lo cual le costó la presidencia en su frustrado afán de buscar apoyo legislativo.
Se escucha que el PSC y RC5, perseverando en un segundo intento, estarían ahora generando acercamientos con ADN, en los que se buscaría la presidencia de la Asamblea para el primero, y paraRC5 evidentemente ya sabemos, independientemente de como se lo quiera presentar o maquillar, todo lo cual a cambio de “apoyo”legislativo al presidente electo Noboa, a quien desde esta columna se le desea éxitos en sus patrióticas e importantes funciones, valga la digresión.
Negociar es sano y necesario en la medida que las intenciones y propósitos atrás de los acuerdos sean honestos, correctos y fomenten la verdad y no a la impunidad… Lo cierto es que, con el diablo no se debe negociar, ya que queda en prenda el alma, paga mal a sus fieles, y al final del día - sino antes - les termina quemando.