Para librarse del avance de la crisis y la destrucción de la economía que es el fruto de los gobiernos que pecan de omisión; para librarse de partidos parroquiales que no ven más allá de sus minúsculos intereses, el país tiene que construir la unidad para enfrentar lo que se viene. La unidad del centro derecha, haciendo acopio de los restos de democracia y apelando al instinto de conservación de la democracia, debería conducirnos a las próximas elecciones con un candidato capaz de enfrentar al populismo.
Lo que hemos visto en Argentina, ese populismo zombi, que ya muerto, sigue caminando y contagiando, puede repetirse aquí por la ingenuidad de líderes parroquiales que solo son fieles a su vanidad y a sus pequeños intereses. Lo que tendríamos es un autoritarismo que, hinchado de odio y rezumando venganza, vendría a tomar cuentas de la traición e indultarse a sí mismo para borrar sus crímenes.
Falta mucho para las elecciones hasta el 2021, pero ya empieza la fiebre electoral. El Consejo Nacional Electoral ha propuesto algunas reformas al Código de la Democracia, aunque sigue con el padrón electoral cargado de muertos; algunos candidatos ya se dan las vueltas por el país, aunque saben que no por mucho madrugar amanece más temprano, y hasta el Gobierno aplaza, decora, busca apoyo para las medidas económicas urgentes que pueden ser electoralmente costosas.
No necesitamos despertar candidatos que estaban en hibernación, lo que necesitamos es construir la unidad. En las elecciones anteriores se presentaron cinco candidatos de centroderecha y uno de izquierda, que fue el ganador, aunque después hizo un viraje. El candidato de izquierda obtuvo 3 millones 716.000 votos y los candidatos de centroderecha sumaron 4 millones 800.000 votos, tuvieron la victoria en la mano, pero no cedieron su candidatura. Es mejor perder la elección que negociar con ellos, decía uno de los estrategas.
En la próxima elección puede repetirse la división de la tendencia y la victoria del populismo. Construir la unidad para tener candidatos fuertes y no caínes en la misma tendencia parece un sueño político. Acuerdos y alianzas entre políticos soberbios es una quimera. Los ciudadanos deberían organizar un movimiento nacional para establecer un programa político de sentido común y obligar a los partidos a presentar un solo candidato de la tendencia, mediante primarias o encuestas calificadas. Si aceptaran algo así, podríamos decir que piensan en el destino del país y no solo en su suerte personal.
Si no hay posibilidad de construir la unidad, vendrá de nuevo el populismo, en pie de guerra, con el rey de la corrupción atado a su caballo como un Mío Cid, a cobrar venganza y completar la destrucción. Las urnas servirán para castigar a los culpables de una absurda repetición de la historia, pero si encontraran un acuerdo para derrotar al populismo, la política habrá entrado en un estado superior en el país.
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