Tras vencer con una estrecha diferencia en las elecciones del pasado 6 de junio (44 mil votos frente a su rival Keiko Fujimori), Pedro Castillo asume hoy la presidencia del Perú. Lo hace en un momento crítico, tras el fuerte impacto que significó en los últimos meses la pandemia de la covid-19.
Según un Informe del Concytec, el Perú tiene la tasa de mortalidad más alta en el mundo por covid-19: 585 fallecidos por cada 100 mil habitantes. Esto es el resultado de las políticas erráticas y de una malograda gestión de la pandemia: vacunación insuficiente, falta de médicos y auxiliares, escasez de medicamentos y de oxígeno, número limitado de camas hospitalarias y Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), entre otros.
En materia económica, en los últimos meses el crecimiento se desaceleró en un 2,3%. Se perdieron el 39,6% de los empleos formales. El subempleo (70% de la PEA) y la informalidad se han disparado, así como los indicadores sociales relacionados con la pobreza, marginalidad y niveles de hacinamiento (sobre todo en Lima).
En este escenario, la propuesta de Castillo, con fuerte componente social, tuvo una apreciable acogida del electorado, sobre todo en las regiones rurales del interior del país. De ahí sus principales propuestas: salud, empleo y economía, reforma agraria, impuestos a las empresas y sectores más acomodados, gas para todos, mejora en el acceso a la educación básica y, lo más polémico, realización de un referéndum constituyente.
Muchas de éstas, aunque son prioritarias, pierden solidez cuando se licúan dentro de un discurso populista y poco consistente, el cual tiene clara influencia del Socialismo del Siglo XXI latinoamericano. De igual manera, genera mucha duda cuando se aprecia la falta de preparación y de experiencia de Castillo, así como la carencia de un equipo de trabajo idóneo.
Uno de los aspectos que preocupa es la fuerte influencia que está adquiriendo en la conformación del gobierno y la realización del referéndum constituyente el dueño del partido Perú Libre, Vladimir Cerrón. De postura radical y marxista, es el pivote del castro-chavismo en el Perú.
Sin embargo, las intenciones de Castillo y Cerrón van a chocar cuando se toma en cuenta que el nuevo parlamento va a estar en control de la oposición. María del Carmen Alba fue designada presidenta del legislativo producto de una coalición formada por Acción Popular, Fuerza Popular (de Keiko Fujimori), APP, Renovación Popular, Avanza País y Podemos Perú.
No hay que olvidar que el Perú todavía no supera la aguda crisis política que llevó a tener en una semana a 3 tres presidentes (noviembre del 2020). Por ello, Castillo tendrá que moderar sus posturas políticas y tener mucho cuidado en su relación con el parlamento, ya que no sería nada raro que pueda correr con la misma suerte de Pedro Pablo Kuczynski o Martín Vizcarra. Mucho más cuando por ahora no tiene el apoyo de Fuerzas Armadas y de la mitad de la población. Un panorama incierto se inaugura hoy en el Perú.