Poco después de que el Ecuador adoptó al Dólar como moneda propia en el 2 000, el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, INEC publicó una encuesta que demostraba que solo la cuarta parte de la población en edad de trabajar poseía un empleo estable y formal; las otras tres cuartas partes tenían que sobrevivir en el subempleo ejerciendo cualquier actividad informal o ilegal.
Esa lacerante realidad determinó que, casi de manera espontánea, se establezca que el principal objetivo del naciente proceso de dolarización, sería el generar fuentes de trabajo en el sector formal y productivo.
Sobre esa base, en los primeros ocho años de dolarización se logró crear 200.000 nuevos empleos en promedio anual. El cumplimiento de ese objetivo, a su vez, impulsó a que el Producto Interno Bruto, PIB ecuatoriano alcance una de las tasas más altas de América Latina; que el índice de pobreza se reduzca a la mitad; que en esos ocho años jamás tengamos un déficit fiscal; y, todo eso, sin acudir al endeudamiento externo.
Quien esto escribe denomina a ese periodo (2000-2008) como la ‘Dolarización de Mercado’, para enfatizar el hecho de que en esos años el proceso fue administrado por la sociedad civil dentro de los límites de competencia impuestos por el mercado.
Es necesario señalar que los fondos de reserva, de liquidez, de encaje, de ahorro y otros, que servían de respaldo financiero al proceso inicial de la dolarización, eran administrados por fideicomisos privados de destino específico y que, de no haber sido confiscados en Montecristi, al momento hubieran superado los USD 30.000 millones; cifra que hoy habría sido más que suficiente para cubrir las pérdidas económicas de la actual pandemia.
Fue precisamente la fortaleza de esos fondos lo que atrajo la atención del presidente Correa que había llegado al poder un año antes. Para apoderarse de ellos ordenó a la Asamblea de Montecristi introducir en la Constitución el Art. 303, que colocaba el uso de todos esos fondos bajo la voluntad discrecional del Presidente de la República.
La adopción de ese Artículo, por otro lado, logró modificar radicalmente el objetivo medular de la dolarización; el cual empezó a ser el de financiar el incremento en los gastos del gobierno. Como consecuencia, el propósito de la Dolarización dejó de ser la generación de fuentes del trabajo productivo; para transformarse en un instrumento destinado a financiar los gastos del gobierno y el incremento de la burocracia.
En consecuencia, la “Dolarización de Mercado” transmutó a una “Dolarización de Gobierno”; que es la que prevalece hasta hoy.