Hemos pagado un precio muy alto para descubrir unas cuantas verdades. Siete días de violencia, de destrucción, de parálisis, de miedo, sin que nadie sepa exactamente cuánto ha costado ni cómo vamos a repartirnos las pérdidas. Una especie de concurso de mandones, convencidos de que tenían la sartén por el mango, pero resultó una sartén de seis mangos. Ironía, coincidían: todos juraban que estaban luchando por el bien de nosotros los ciudadanos.
El Gobierno con la sartén por el mango de la ley y del monopolio de la fuerza, nos quitó los subsidios a los combustibles para darnos un presupuesto equilibrado, evitarnos más endeudamiento, asegurarnos la dolarización y librarnos de contrabandistas y narcotraficantes, dizque los beneficiarios. Con proclamas de valentía aseguraba que jamás echaría pie atrás. La verdad. descubrimos fue que ni tenía tanto control, ni había previsto nada.
Los primeros que salieron a disputarle el mando al Gobierno fueron los choferes, agarrando la sartén por el mango del chantaje, nos privaron de un bien público y cerraron calles y carreteras en defensa de los ciudadanos inermes que no tenemos sus armas de ni la audacia para violar las leyes. El paro, claro, era indefinido, irreversible. Descubrimos que todos sus juramentos son falsos.
Aparecieron luego los sindicalistas con la sartén por el mango del paro. Cuando aparecen los dirigentes de los trabajadores es para impedir el trabajo. Echaron gasolina a la candela descubriendo otros males de los que iban a librarnos: el acuerdo con el FMI, las reformas laborales, la violación de nuestros derechos. Ese paro también iba a ser para siempre. Descubrimos es que son los mismos de siempre y siempre dicen lo mismo.
En la escalonada aparición, entraron en escena los indígenas con la sartén por el mango de la marcha a la capital. Ellos también se presentaban como salvadores para protegernos de la inflación, de la minería, del neoliberalismo. Juraron que no claudicarían jamás. La solución era muy simple, consistía en que se eche atrás el Gobierno y enseguida se sentarían al diálogo para diseñar el nuevo modelo económico. Descubrimos es que sus líderes han medrado en todos los gobiernos.
Luego llegaron los vándalos con la sartén por el mango de la violencia. Estos no prometen nada; con la muda e inexpresiva faz del enmascarado, amenazan, roban, saquean, cobran y desaparecen. Descubrimos es que los vándalos son siempre mercenarios.
Por último llegaron Correa y su banda de ladrones, que llegaron con la sartén por el mango de la dictadura. Prometían salvarnos del que ellos pusieron en el poder. Asaltaron el Parlamento, la Contraloría, la Justicia, los lugares donde están las listas de los ladrones y las huellas del crimen. Descubrimos que no estaremos tranquilos hasta que los ladrones