Al viernes antepasado, las reservas internacionales del Banco Central eran de casi USD 7 200 millones. Eso suena a un montón de plata. Es un montón de plata. Pero no es suficiente. No es ni de lejos suficiente.
Porque esas reservas son los dólares que el Banco Central tiene depositados en el exterior en instituciones financieras muy líquidas y solventes (una parte está en Suiza) y son aquello con lo que el Central puede responder cuando alguien le pida el dinero que está depositado en esa institución.
Porque hay bastante dinero depositado en el Central y, en resumen, eso viene de dos tipos de depositantes: las instituciones financieras y el sector público.
Los bancos, las cooperativas y las mutualistas colocan en el Central su encaje y, con cierta frecuencia, sus excedentes de liquidez. Al viernes antepasado, los depósitos de instituciones financieras en el BCE eran de USD 8.600 millones. En otras palabras, si todas esas instituciones quisieran retirar su dinero del Central, las Reservas Internacionales no alcanzarían y, más bien, habría un déficit de USD 1 400 millones.
Es importante aclarar que ese dinero no es de los bancos, sino de los depositantes que hemos colocado nuestro dinero en alguna institución financiera. En la práctica, ese es uno de los elementos que respaldan nuestros depósitos.
Por su parte, el sector público tenía, en la misma fecha, USD 5.250 millones depositados en el BCE y, claro, si eso se suma al hueco ya mencionado, nos da un déficit total 6.650 millones para poder responder a los depósitos de los clientes de los bancos y del sector público.
Evidentemente, si alguien quiere topar esas reservas internacionales es porque nunca hizo estas sencillas sumas y restas.
Lo triste es que antes había una mejor cobertura de los depósitos en el BCE. Cuando entró en vigencia la ley trole (marzo 2000), el hueco era de USD 440 y se mantuvo en niveles cercanos hasta fines del año 2009 cuando el BCE empezó a “colocar” dinero a otras instituciones. Pero el déficit realmente empezó a crecer desde inicios del 2016, cuando el gobierno arrancó endeudándose con el BCE, sacando la plata que respaldaba nuestros depósitos y los del sector público.
En otras palabras, desde el 2009 y, sobre todo, desde el 2016, se ha venido debilitando la capacidad de respaldo del BCE.
Afortunadamente, ese hueco se ha achicado en millones desde mediados del 2017 cuando llegó a su récord de USD 7 550. En realidad, es un mérito que con la crisis y la pandemia se haya logrado reducir ese hueco.
La solución a esto pasa por no volver nunca más a sacarle plata al Central. Y eso requiere que los gobernantes no caigan en la tentación de gastarse la plata ajena.