“Era un niño que soñaba / un caballo de cartón./ Abrió los ojos el niño/ y el caballito no vio./ Con un caballito blanco/ el niño volvió a soñar;/ y por la crin lo cogía…/¡Ahora no te escaparás!/ Apenas lo hubo cogido, el niño se despertó./ Tenía el puño cerrado./ ¡El caballito voló!/ Quedóse el niño muy serio/ pensando que no es verdad/ un caballito soñado./ Y ya no volvió a soñar!// Pero el niño se hizo mozo/ y el mozo tuvo un amor,/ y a su amada le decía:/ ¿Tú eres de verdad o no?/// Cuando el mozo se hizo viejo/ pensaba todo es soñar,/ el caballito soñado/ y el caballo de verdad./ Y cuando vino la muerte,/ el viejo a su corazón/ preguntaba: ¿Tú eres sueño?/ ¿Quién sabe si despertó! (Antonio Machado, Campos de Castilla (1907-1917).
¿Cuántos niños en Ecuador soñarán que comen tres comidas y al despertar tendrán la boca seca y bostezarán hasta que les llegue la única taza de agua de panela al día? En Quito, un 26 por ciento de familias pasa hambre. ¿Cuántos mozos soñarán que tienen un computador y una señal pasable? ¿Cuántos chicos habrá en Ecuador sin acceso a un celular, a una tableta? De cuatro millones y medio, un millón no lo tiene. (aproximado, Google). “Más de 26 mil embarazos de adolescentes se dan en Ecuador cada año”. (El Universo, 25/09/2020). Muchachas sicológicamente no aptas para ser madres; en el mejor de los casos toleradas en la familia; y en el peor, obligadas a abortar, a marcharse del hogar, sin los medios necesarios para atender bien su bachillerato, muchas veces sin el afecto del macho preñador ni de las propias madres y abuelas. ¿Cuántos canales de televisión, cuántas radiodifusoras ofrecen programas a la niñez y adolescencia? Programas apropiados, eficaces, hermosos, esperanzadores, que muestren horizontes de salida, que no fomenten la coquetería, el sexo barato, la mediocridad de aspiraciones, un humor basado en el doble sentido de la anatomía y de la fisiología del sexo.
Solidaridad ha habido en Ecuador, programas hay en el Gobierno para mitigar el hambre; pero insuficientes. No hay una conciencia colectiva, no hay una preocupación social tan intensa que nos quite el sueño a los ciudadanos, y nos obligue a plantearnos un qué debemos hacer como país para acudir al remedio de estos problemas fundamentales. Sería útil una encuesta nacional bien hecha sobre una medida más radical como ¿Está usted porque se eleve el IVA a 15 por ciento para dedicar lo añadido únicamente a combatir la desnutrición infantil y el hambre familiar? Un sí mayoritario sería una muestra de que pensamos como ciudadanos de verdad; un no, daría razón al “Ándeme yo caliente/ y ríase la gente. / Traten otros del gobierno/ del mundo y sus monarquías, /mientras gobiernan mis días /mantequillas y pan tierno;/ y las mañanas de invierno / naranjada y aguardiente, y ríase la gente” (Luis de Góngora y Argote, -1561-1627). Letrilla Satírica).
¿Qué sienten los candidatos?
¿Soluciones?