Queridos colegas, cuánta muerte e incertidumbre, cuánto derrumbe de sueños y empleos. Cuántas noticias falsas. Cuánta improvisación, oportunismos e irresponsabilidad. Es una pesadilla. Sin embargo, también hay acciones heroicas, solidaridades, ideas interesantes, reflexiones para un mundo distinto, y ganas de salir adelante, vivir, dar vuelta la página.
Pero, no hay como escapar de la situación. Estamos en medio de una crisis que durará largo. Hay que dar la cara a la tempestad. Sea como padres, madres, hijos, y sobre todo como maestros, no podemos, no debemos engañarnos. Hoy más que nunca se requiere que comprendamos y aceptemos la dramática realidad y asumamos el presente y el futuro con liderazgo, serenidad y mirada estratégica.
El docente, no solo sabe su materia, que la comparte con sus estudiantes, sino que es la compañía del alumno en la producción de aprendizajes y afectos. Y, cuando los tiempos son tan duros y obscuros como ahora, es el soporte emocional, orientador y escucha, sobre todo en la contención de la violencia dentro de los hogares.
Hay que enfrentar el momento, y lo hemos hecho. En tiempo récord hemos aprendido y manejado los instrumentos informáticos. Hemos dado el salto de las clases presenciales a en línea, lo que da cuenta de nuestra capacidad de adaptación. Hemos puesto nuestras casas y computadores al servicio de la causa. Sin embargo, en muchos lugares no hay Internet, por lo que con creatividad debemos enseñar en esas condiciones. Hemos cometido errores. Estamos aprendiendo a trabajar en crisis extrema. Por fortuna somos conscientes de que de las caídas mejor se aprende. Nos reconocernos como eternos aprendices.
Sí, somos aprendices, y esto lo saben nuestros estudiantes. Sin ellos, sin su sed de conocimientos, sin su comprensión o su crítica, sin sus contribuciones en clase, no se establecería el contacto para aprender juntos, que es la mejor manera de aprender.
Nuestra profesión, por ahora, es una de las menos comprendidas y menos valoradas socialmente. Sin embargo, es una de las más importantes para la supervivencia y proyección de cualquier sociedad. Es la que le ayuda a tomar consciencia de sí misma.
En efecto, la única manera de vencer a la pandemia y retornar pronto a una nueva normalidad es teniendo una sociedad consciente y un estado responsable. El único camino para generar consciencia en la sociedad es la educación, a través de un docente que genere aprendizajes en los estudiantes y sus familias, para que asuman con disciplina el no salir de casa; que practiquen nuevos y estrictos hábitos de higiene; que aprendan a convivir con solidaridad, respeto y alegría, y que cuando todo esto acabe, no nos halle desolados y dispersos, que nos encuentre con unidad, listos para la reconstrucción.
Allí el valor de los maestros. Este 13 se abril fue su día; que al menos les hayan pagado sus sueldos.