Cuidar con esmero y de forma atildada al sistema de dolarización en el Ecuador es una obligación cívica y moral de los ciudadanos de bien.
Hace varios años, cuando para salir de la debacle el expresidente Jamil Mahuad tomó la decisión de ir a la dolarización se armó un intenso debate. A la caída del presidente le sucedió Gustavo Noboa, que tuvo el acierto de mantener la medida y manejar con responsabilidad la caja fiscal y sentó las bases para apuntar la dolarización con los problemas que hubo al principio.
No debemos olvidar ni desmerecer lo que pareció una aventura pero resultó todo un acierto. A esta hora, cuando Gustavo Noboa Bejarano ha fallecido, cabe recordar esos históricos momentos
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Es que la dolarización ha cumplido con un objetivo básico: no sin esfuerzo estabilizó la economía, evitó la debacle de la hiper inflación – como sucedió hace 30 años en Argentina, Perú o Bolivia – y protegió la capacidad adquisitiva de los ecuatorianos, especialmente de los más pobres.
La dolarización se debe blindar ante las veleidades de quienes la quieren destruir, evitar a toda costa una moneda electrónica sin respaldo.
La historia deja lecciones y, por ejemplo ,la falsa moneda que emitieron sin sustento los gobiernos federales de las provincias argentinas, que llamaron patacones, desbarataron la economía y llevaron a una crisis monumental al país del sur.
Por eso hay que proteger al dólar. Es preferible, para ello, tener un Banco Central con concepto técnico, no político. Hay que resguardar la Reserva Monetaria internacional que cuida los dineros de todos los ecuatorianos y cualquier intento demagógico por apropiarse de ella y manejarla con populismo o clientelismo sería nefasto.
El Banco Central tiene la alta misión de proteger la liquidez del país.
En los tiempos en que le metieron la mano a casi todo, los políticos desahuciaron al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, ignorando que los recursos del IESS son de los afiliados y jamás de los gobiernos.
Tomaron dineros del Banco Central para sostener los apuros del poder Ejecutivo que creció sin fin, y cuya economía sobrevivió mientras abundaban los dólares petroleros, pero hizo agua cuando llegaron las épocas de las vacas flacas.
Para evitar que los choques externos de la economía o las tentaciones de la política clientelar echen mano de la reserva Monetaria hay que fortalecer al Banco Central – que no es, ni mucho menos, privatizarlo-, hay que restituir, opinan los expertos, los cuatro balances para saber como son sus cuentas. Sería deseable que el BC también vuelva a entregar mes a mes las cifras de la economía de las que nos dejó en tinieblas.
Para que el Fondo Monetario Internacional siga prestando dinero para paliar la crisis con sentido social, rescatar el tejido productivo y evitar empréstitos usurarios a corto plazo, las reformas al Código Monetario para proteger la dolarización son indispensables, más allá de la demagogia y las tentaciones populistas demoledoras.