Este 26 de octubre hay elecciones en Brasil. A diferencia de otros comicios, las encuestas confirman un empate técnico para esta segunda vuelta entre la actual presidenta, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT) y Aecio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
En este escenario, cada uno de los candidatos ha puesto toda la carne en el asador para revertir la tendencia del voto hasta el próximo domingo. Esto ha hecho que la campaña se polarice y cada uno de los candidatos se concentre en el ataque y descrédito de su contrincante.
No obstante, la coyuntura no es tan favorable para Rousseff. Brasil atraviesa por una situación económica adversa. En los últimos cinco años la economía brasileña dejó de crecer y, desde el primer semestre del 2014, entró en recesión técnica. A esto se suma un incremento de la inflación al 6,7%, el inicio de despido de trabajadores de las industrias, entre otros aspectos.
También hay insatisfacción en gran parte de la población.
Notas de prensa confirman que, de acuerdo con las encuestas, entre el 60% al 70% de la población quiere que el próximo Presidente sea alguien distinto a Dilma. Buena parte de este descontento se hizo visible en las protestas sociales que se dieron en varias ciudades de Brasil antes del Mundial de Fútbol. La enorme desproporción entre el gasto en construcción y adecuación de estadios frente a la mala calidad de los servicios de salud, educación y transporte público agudizó aún más el rechazo contra Rousseff.
Aunque la Presidenta de Brasil ha mantenido los programas sociales que permitieron, desde la época de Lula da Silva, sacar de la pobreza a más de 35 millones de personas, la gente exige más. En especial, quienes ahora engrosan la clase media. Este sector, conocidos como la clase C, es el que protagonizó en los últimos años un boom en el consumo en sectores de tecnología, automóviles, turismo, vestimenta, etc. Entre el 2002 y el 2012 este grupo poblacional gastó 277% más en viajes y 150% más en ropa.
En este sentido, de acuerdo con lo que afirman varios entendidos, la economía definirá las votaciones de este domingo.
El descontento y frustración por el manejo económico por parte de Rousseff posiblemente incline la balanza hacia el candidato Neves.
Esta ecuación de economía y votos anuncia un cambio de signo. Un cambio que tendrá implicaciones internas y externas.
No creo que sea un giro completamente hacia la derecha sino a hacia una centro izquierda más pragmática que le permita a Brasil recuperar su ritmo de crecimiento, garantizar la inversión, mejorar los servicios públicos y controlar la corrupción.
A nivel externo, habrá otras prioridades. Una de ellas será marcar distancia de los gobiernos de Maduro, Correa, Kirchner o Morales, sin perjuicio de mantener buenas relaciones y velar por los intereses de Brasil en la región y el mundo.