Es un anglicismo derivado de “behavioralism” y éste de “behavior”, que significa “comportamiento” o “conducta”. Y designa la escuela de pensamiento económico originada en Estados Unidos que propugna la consideración de los fenómenos de la economía como expresiones del comportamiento humano.
La palabra “behaviorism” fue utilizada por primera vez en 1913 por el psicólogo conductista norteamericano John B. Watson para señalar la tendencia a estudiar los problemas psicológicos a partir del análisis de los actos del hombre objetivamente dados, en oposición a la introspección de conciencia preconizada en esa época por la psicología tradicional.
Después la palabra “behaviorismo” pasó de la psicología a la sociología y a la economía, aunque antes hizo escala en la química para señalar las acciones y reacciones de las sustancias, es decir, su comportamiento ante determinados estímulos.
Ha sido incorporada al diccionario de la Real Academia Española no obstante que en castellano existe el término “conductismo” con la misma significación.
El behaviorismo o conductismo, como escuela económica, sostiene que los fenómenos de la economía pertenecen al mundo del comportamiento humano, que por tanto resultan de las acciones y reacciones mutuas entre los agentes económicos y que en ellos inciden los instintos de las personas y las circunstancias del medio exterior en que viven. Para estudiar estos fenómenos, el “behaviorismo” aplicó métodos de carácter objetivo, experimental y comparativo, tomándolos de la química y la psicología. La importancia de este pensamiento económico —cuyos principales representantes fueron los economistas Watson, Mitchell, Kaldor y Warren— está en el valor que asignaron a la conducta humana dentro del proceso de la economía.
John Watson (1878-1958), profesor de la Universidad de Chicago a mediados del siglo pasado, fue uno de los primeros en indagar científicamente el behaviorismo. Fundó sus investigaciones en los trabajos de los profesores Karl Lashelev (1890-1958) y A. Weiss (1879-1931), quienes estudiaron científicamente el behaviorismo fundándose en la observación de la conducta de los animales. Y en la década de los años 30 los puntos de vista de Watson se modificaron por varias teorías de la “condicionalidad”, cuyos principales representantes fueron Clark Hull, Edward Tolman y Edwin Guthrie.
Es lógico pensar que no todo se resuelve en guarismos y fórmulas economicistas y econométricas y que el ser humano —con sus temores, prejuicios, ignorancias, ambiciones, vanidades, es decir con “su conducta”— tiene decisoria influencia en el curso de los acontecimientos económicos de la sociedad.