Ama quilla, ama llulla, ama shua; no ser ocioso, no mentir, no robar. Solo estos tres preceptos de comportamiento individual y colectivo, tomados del mundo indígena e incorporados pomposamente por la llamada revolución ciudadana como un supuesto homenaje a su justicia y a la diversidad, ya resultan una vara muy alta frente a algunos casos que hoy se investigan.
La pereza -junto con la gula, la avaricia, la lujuria, la ira, la envidia, la soberbia- es considerada un pecado capital dentro de los códigos cristianos, pero no tiene castigo dentro de los códigos civiles y penales vigentes, excepto si genera consecuencias. Con la mentira pasa otro tanto, aunque mentir ante un fiscal o un juez es delito. El hurto, es decir el beneficio personal con los dineros comunes o ajenos, es otra cosa.
Del robo, hasta ahora solo hemos visto la punta del ovillo. Ante un mar de obras públicas construidas sin suficientes estudios, con sobreprecios tan altos que son difíciles de imaginar y a punta de endeudamiento irresponsable, lo que hasta ahora ha procesado la justicia es poco. No se trata solo de la Refinería Esmeraldas, El Aromo, algunas hidroeléctricas, el poliducto o Monteverde. Existe una lista de 590 obras con observaciones.
Pero hay otro capítulo del pasado reciente que pudiera apuntar a un campo reñido también contra todos los preceptos: el supuesto crimen de Estado. Siguen apareciendo pruebas del secuestro del exasambleísta Fernando Balda en Bogotá, en 2012, mientras evadía una pena por calumnia contra Correa. Allá hay presos y acá el caso se ventila en las primeras instancias.
En cuanto a la muerte del general Jorge Gabela, un duro crítico de la compra de los helicópteros Dhruv, hay un informe desaparecido misteriosamente en manos de alguno de los miembros del comité interministerial creado en el anterior gobierno para seguir el caso, y el autor del documento ha dicho a la Fiscalía que este crimen está vinculado con las denuncias del general.
Detrás de la mala memoria (¿prohibido olvidar?) aparecen las mentiras. Pero frente a este panorama es inevitable que el ciudadano común recuerde otros asuntos que en su momento no fueron considerados a fondo por la justicia. Por ejemplo, los pativideos, la valija diplomática, el caso Lara y, por supuesto, el 30-S. Un testigo protegido cuyo testimonio sirvió para acusar y juzgar a Fidel Araujo terminó demandando al expresidente Correa.
Siempre hay que cuidarse de aquellos que necesitan rótulos y proclamas para decir a sus semejantes y al mundo quiénes supuestamente son; de recordarle su prosapia y su gran inteligencia, de señalar a cada minuto sus valores. Los slogans, e incluso los actos teatrales, se repiten a lo largo de la historia. Igual, ésta termina juzgando.
Según la mitología cristiana, hay que tener cuidado con los ángeles caídos. ¿No mentir, no robar? ¿Ecuador ama la vida?