La limpieza del sufragio y el respeto a la voluntad de los ciudadanos depende por entero de un Consejo Nacional Electoral capaz, independiente y confiable, cualidades de las que carece el actual CNE.
Pruebas al canto: Permaneció impasible frente a la evidente y grosera violación de la ley cuando los candidatos correístas al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social hicieron campaña con elementos políticos de su grupo, utilizaron la imagen del caudillo para promover sus candidaturas, aparecieron uniformados con los colores del movimiento. En fin, hasta un ciego pudo ver las ilegalidades de la campaña que permitieron a la RC controlar el órgano que designa jueces, fiscales, superintendentes, contralor, etcétera, propósito que mueve al grupo, cuyo único objetivo es la impunidad de su jefe, prófugo de la justicia.
En la última campaña presidencial y legislativa, guardó silencio ante la permanente presencia de Correa -despojado de derechos políticos por la sentencia a ocho años de prisión que pesa sobre él- lo cual es muestra o su cercanía, o el temor reverencial que sienten por el caudillo.
Y lo más reciente, el fracaso de la votación telemática de los ecuatorianos residentes en el exterior (que la misión de la OEA destacó en su informe inicial), más allá de la intensa publicidad sobre la excelencia del sistema, para terminar sabiéndose que el trabajo técnico fue asignado a una empresa sin antecedentes en el área tecnológica y aparentemente vinculada con el grupo político que alcanzó la mayor minoría en la primera vuelta.
Por tanto, toda la ciudadanía y especialmente los candidatos que participan en el balotaje deberán extremar cuidados para que la voluntad expresada en las urnas sea estrictamente reflejada en los resultados que publique el CNE. Y es evidente que el actual CNE carece de sustento moral para llevar adelante las elecciones generales de 2025.