El Gobierno tiene una larga tarea para arreglar el desbarajuste económico, reducir el gasto público, bajar un déficit fiscal que se volvió una constante desde el 2009 y evitar que la deuda pública estalle en el bolsillo de la población.
En medio de este complejo escenario, y sin que el Gobierno haya presentado un plan económico, el presidente Lenín Moreno puso en escena uno de los temas que servirán para ir ajustando el gasto público: los ‘elefantes blancos’, aquellas mega estructuras que se construyeron con dinero de los ciudadanos y que ahora están subutilizadas, abandonadas o que requieren nueva inversión para funcionar, además de mantenimiento para evitar su deterioro.
El ejemplo de coyuntura es el edificio de la Unasur, que le costó a los ecuatorianos USD 44 millones. El ofrecimiento es utilizarlo para la Universidad Indígena, aunque también podría convertirse en un museo, hotel o centro de convenciones. Con la propuesta oficial, el Estado no obtiene ningún ingreso, aunque se ahorrará los recursos para la construcción de la nueva universidad.
El Gobierno necesita bajar el gasto en algunos miles de millones de dólares. En el 2006 el gasto público rondaba los USD 8 000 millones. En el 2014 alcanzó su punto más alto: 44 000 millones.
Y el año pasado cerró en 38 000 millones. Pero los niveles de gasto de los últimos cuatro años han significado déficits fiscales de entre USD 5 000 millones y 7 000 millones, que se han financiado con deuda. Para bajar el déficit hay que reducir el gasto, generar más ingresos o una combinación de ambas.
Por el lado del gasto se hace indispensable vender los activos menos productivos y eliminar los cargos que no aporten ni económica ni socialmente al funcionamiento del Estado.
Al igual que el edificio de la Unasur, hay cientos de bienes públicos sin uso. El arrendamiento de oficinas privadas para entidades públicas cuesta USD 122 millones al año. Y eso sin hablar, por ejemplo, de la refinería del Pacífico, donde hay 1 500 millones sin uso.