Si el país vuelve a la nueva normalidad el próximo 4 de mayo, la cuarentena habrá durado 49 días y Ecuador habrá perdido cerca de USD 10 000 millones en ese período, que seguramente serán más porque las actividades se irán reestableciendo paulatinamente.
Durante la cuarentena ha quedado demostrado que las cifras sobre la evolución de la pandemia no han servido de mucho, básicamente porque las pruebas realizadas no permiten tener una radiografía completa del país, aplicar políticas de salud preventiva y justificar el costo económico del aislamiento y la paralización productiva.
Las cifras oficiales han recogido únicamente la realidad con base en pocas pruebas, que apenas han sumado 57 000 en 40 días. Esos datos fueron clasificados por provincia y divididos entre casos positivos, negativos y fallecimientos por covid-19.
Esas cifras dan una idea muy limitada de la realidad, lo que quedó en evidencia con lo sucedido en Guayas, donde el Registro Civil reportó 6 703 fallecido en la primera quincena de abril, 5 900 más de lo normal y que pudieran explicarse por el covid-19. Las cifras oficiales de fallecidos señalaron 576 a escala nacional hasta la semana pasada.
Para pisar en terreno más firme, recién se está levantando un estudio que, según las autoridades, finalizará en junio. Los resultados permitirán tener un panorama más confiable sobre la incidencia de la pandemia en el país, para lo cual será necesario realizar un millón de pruebas de covid-19 y encuestas al 6% de la población.
Mantener cerrada la economía hasta tener mejores estadísticas puede ser desastroso. Considerando el PIB del Ecuador del año pasado y el 70% de la actividad productiva paralizada, el costo del aislamiento ya deja una factura de USD 10 000 millones.
Detrás de esa cifra no solo hay pérdidas económicas. La recesión trae consigo desempleo, aumento de la pobreza y pérdidas de vidas por otras enfermedades.
Por eso, pasar del aislamiento al distanciamiento no significa priorizar la economía a costa de sacrificar la salud. Así lo han demostrado países como Corea del Sur, Suecia o Alemania, que mantuvieron el distanciamiento social y seleccionaron los negocios que podían permanecer abiertos.
Hace dos semanas, el científico israelí Isaac Ben-Israel abrió un debate al demostrar con estadísticas que la propagación del coronavirus disminuye a casi cero después de 70 días, sin importar el país y las medidas que hayan aplicado los gobiernos para contener la pandemia. A partir de la quinta semana, dice, ya se ve una desaceleración en número de contagios y fallecidos.
En América Latina, los gobiernos ya están armando sus planes para volver a trabajar. Ecuador ya puso una fecha y definió los negocios que empezarán a trabajar, bajo la premisa de mantener el distanciamiento social. Esta semana será clave para afinar detalles y garantizar un arranque ordenado, considerando las particularidades de cada ciudad y empresa, pero sobre todo protegiendo a la población de alto riesgo.