Pérdida de mercado, drásticas caídas en las ventas, más impuestos, despidos, marcas de ropa que se van del país, menor liquidez en la economía, más proveedores del Estado impagos, apreciación del dólar en el mercado externo… son algunos ejemplos de las particularidades que caracterizaron el desempeño de los negocios durante el primer semestre.
Ante esa incuestionable realidad económica, que a veces quiere minimizarse con el discurso oficial, el sector productivo insiste en su constante pedido de reducir la carga tributaria, revisar la ampliación de las salvaguardias, garantizar seguridad jurídica y, ante todo, “darle oxígeno” a la empresa privada.
Todas estas aspiraciones se incluyeron a inicios de esta semana en un encuentro entre el Frente Productivo y los industriales. Sin embargo, se trata de una reunión más, en la que se ponen sobre la mesa las mismas inquietudes que han planteado hace años, pero que no tienen ningún eco en la autoridad.
Consecuentemente, ese comportamiento revela que no hay ninguna certeza de que en el segundo semestre habrá giros importantes en el manejo de la economía, menos aún si de por medio está el interés electoral. El Gobierno seguirá buscando financiamiento y acudiendo a donde fuere necesario, para buscar su propio tanque de oxígeno, que le permita aliviar su grave situación fiscal.
En el sector privado, los empresarios -y mucho más los microempresarios- tratarán de acudir a todos los mecanismos posibles, para evitar que en sus balances aparezcan más números rojos en el segundo semestre.
Las tan esperadas políticas anticíclicas y de reactivación del aparato productivo no terminan de aparecer y no hay señales de que así suceda en este nuevo semestre. Desde el sector oficial se continuará echando la culpa de la crisis económica a los factores externos y el Brexit calza como anillo al dedo para justificar los tropiezos con la Unión Europea. Ya aparecerán en el camino otros argumentos para lanzar nuevas cortinas de humo. Total, todavía faltan seis meses.