El caso Lugo
Hay, por supuesto, protestas y sorpresa. Unasur y once cancilleres estuvieron listos a defenderle, pero lo cierto es que a estas alturas el ex obispo Fernando Lugo ya no es presidente de Paraguay. De pronto llegaron desde Asunción las noticias y el vicepresidente -un Federico Franco desconocido en el exterior- apareció sonriente en el Congreso y asumió el mando, ofreciendo entregar el poder en agosto del año próximo al gobernante que resultara electo. "Todo muy rápido" fue la crítica del secretario de la OEA Miguel Angel Insulza, mientras en América Latina siguen funcionando los golpes, la inestabilidad y las acusaciones contra los "malos gobierno dignos de irse a casita".
En el veloz episodio de Lugo se dio, entre otras cosas, una nueva versión de la tumbada del presidente hondureño Manuel Zelaya, a quien sus adversarios le pusieron realmente "de patitas en la calle", en pijama por añadidura. Lugo terminó también de la noche a la mañana un período accidentado, que incluyó un cáncer -felizmente superado- y algunos malos momentos por las andanzas humanas con toques femeninos. En otros aspectos, su labor no trascendió mucho al exterior aunque se conocieron esfuerzos realizados en pro de sectores de limitados recursos económicos. Su enfermedad determinó que se ausentará de la presidencia durante 215 días durante estos casi tres años y otros factores -muy conocidos en el interior- contribuyeron para que los problemas con el vicepresidente Franco se terminen complicando y se conviertan en enemistad política y personal.
Por lo que se advierte a través de las noticias procedentes de Asunción, Franco fue ganando terreno en el Congreso y Lugo fue perdiendo, hasta el extremo de que el Presidente mantuvo muy escasos votos en la Cámara de Diputados -que se convirtió en acusadora- y apenas 4 de 43 en el Senado, convertido en Tribunal. Un grave incidente durante un desalojo de tierras, con 11 campesinos y 6 policías muertos, aparece como el detonador que dio paso a las votaciones y a la derrota y final del gobernante. Un suceso que funcionó velozmente y apenas si el acusado pudo presentar a sus defensores y protestar porque la democracia paraguaya haya sido herida profundamente. Todo a cien kilómetros por hora.
El Ecuador, los países del Alba y varios otros, por supuesto, no reconocerán la legalidad del Gobierno de Franco e impugnan lo sucedido como un nuevo episodio golpista, impulsado por sectores de derecha. La Organización de Estados Americanos, bajo las ordenes del “Roto” Insulza, condenará la velocidad de los acontecimientos suscitados en Asunción y el ex obispo Lugo, se retirará de la política para dedicarse a su familia. Pero hay dudas respecto al futuro del Paraguay, especialmente en lo que se refiere al señor Franco. ¿No estará preparando desde hoy su candidatura a la presidencia de su país para la elección del año 2013?