Los partidos políticos, movimientos, agrupaciones de derecha e izquierda prácticamente han desaparecido.
Por disposición verbal del Gobierno, los ecuatorianos nos dividimos en dos tendencias sin ideología política definida. Simplemente somos los de “buena fe” y los de “mala fe”.
Esto es grave, preocupante y de pronóstico reservado. Pero ¿qué es la buena fe y qué es la mala fe? El Diccionario Jurídico Elemental de Guillermo Cabanellas de Torres define a la buena fe como “rectitud, honradez, buen proceder….”; y la mala fe como “intención perversa, desleal, doblez, alevosía…”.
Según el ‘diccionario’ del señor Correa, los de buena fe, esto es las personas rectas, honradas y de buen proceder están de acuerdo con las políticas gubernamentales; y las de mala fe, es decir las personas de intención perversa, desleales y alevosos, están en la oposición.
La buena fe se presume, y la mala fe hay que probarla. Débese recordar que un multitudinario estallido social sin doctrina política definida, llamado de ‘los forajidos’, con absoluta buena fe dio al traste con un gobierno; por ahora las multitudinarias marchas de los tildados “de mala fe” diariamente están “calentando las calles”. Con pronóstico reservado.