Sería infantil concurrir a dialogar con un gobierno que solo busca con esta invitación salirse con la suya; si ese no fuera su propósito, habría simplemente ordenado a su centuria de asambleístas que archiven los proyectos de creación de impuestos.
No puede haber diálogo de buena fe cuando el Gobierno sigue usando de todos sus inmensos medios de propaganda para sostener sus tesis, mientras paralelamente la maquinaria represiva de la Secom ahoga la libertad de expresión a mínimos no recordados en la historia reciente.
No hay buena fe cuando se utilizan los mensajes del Papa para aplicarlos, a su antojo y conveniencia, en apoyo de los proyectos de impuestos.
No hay buena fe cuando se quiere reformar la Constitución para permitir la reelección indefinida sin consulta al pueblo del Ecuador, cuyas cuatro quintas partes demandan que se pida su autorización.
No hay buena fe cuando en solo el curso del último año se sostuvo la inconveniencia de la reelección indefinida y, pocos meses después, se requería a la Asamblea que la apruebe directamente sin tomarse el riesgo de una consulta popular.
No hay buena fe cuando no se nos explica hasta dónde llegaremos en este frenesí de endeudamiento que puede llevar al colapso de la economía nacional.