Ecuador sabe lo que es perder territorio y ser derrotado en el campo de batalla, y si bien el tiempo reciente fue bondadoso en darle victorias militares seguidas de derrotas diplomáticas es ya historia resuelta; aunque mal concebida. Su disputa de límites y de definición de su espacio, algo indispensable para definir un Estado y ser país, es cosa del pasado. Bolivia, en cambio, no logra resolver una herida profunda, fruto de una conquista del vecino sin pretexto justificable y que el tiempo no puede darle razones, fue y es inadmisible. Perder territorio es inaceptable y es aún más privarle a un país de la vital salida al mar.
Bolivia ha cambiado de espacio de diplomacia para reivindicar lo que le corresponde, no lo que le correspondería con la razón, que sería recuperar su territorio, sino una básica salida al mar, no una de consolación y de pena ante el hecho de ser víctima evidente, sino una salida soberana. Ahora plantea el problema a la Corte Internacional de Justicia, luego de reiteradas aunque cambiantes demandas a Chile para que se quede con la mayor parte del territorio conquistado pero le otorgue la salida al mar. Chile que ha confirmado su conquista militar con tratados, no quiere ver sino lo que las firmas dicen, una legalidad que no le da legitimidad ni razón para privar a los bolivianos de la indispensable salida al mar.
Los bolivianos no pueden no hacer causa colectiva ante este cambio de estrategia de ir a la Corte Internacional sin volverla funcional a sus disputas internas; un país debe saber que hay causas que rebasan sus diferendos internos; más aún, debe aprender que su causa internacional no se libra siguiendo sus problemas internos sino una lógica internacional, que tiene otras pautas, ritmos y razones. Su discurso interno no será necesariamente útil en la escena internacional si quiere ganar ventajas a su causa.
Difícilmente la Corte podría resolver el problema, a lo mejor podrá invitar a las partes a renegociar una salida. Ya eso sería una victoria para la causa boliviana ante un Chile que -por lógica de conquista- quiere convencerse que la otra parte no puede tener razón.
Así, América Latina que ahora se autoconstruye, debería resolver estos diferendos con el esfuerzo de todos, con otros parámetros que los del pasado. La salida soberana al mar para Bolivia debe ser causa común. Ecuador debe tomar iniciativa en instancias latinoamericanas para promover una salida honorable para Chile y Bolivia. Nada será definitivo si Bolivia no tiene salida al mar. Ecuador puede promover una tercera salida para que Chile encuentre su ventaja.
La causa boliviana requiere también de un trabajo más sutil con la sociedad chilena para que desoyendo el ego colectivo de los laureles de sus conquistas vea la importancia de resolver el problema con territorios a ceder, pues no será una pérdida sino garantizarse seguridad a largo plazo.