Otra vez aparece la vinculación de Fidel Castro al asesinato del presidente John F. Kennedy.
El último autor en examinar esa hipótesis es Brian Latell, historiador, profesor de Georgetown University y ex jefe de los analistas de la CIA para América Latina, ya jubilado. Latell en su libro ‘Castro’s Secrets’, recién publicado por editorial Macmillan, no asegura que el Comandante dio la orden de matar a Kennedy, sino que sabía que ocurriría porque sus espías se lo habían comunicado. La principal fuente de Latell para llegar a esta conclusión, pero no la única, es el desertor de los servicios cubanos de contrainteligencia, el mayor Florentino Azpillaga, quien dirigía la lucha contra la CIA dentro de la DGI castrista.
Castro tenía una buena razón para eliminar a Kennedy: este intentaba liquidarlo utilizando a la mafia norteamericana, y Fidel había recibido toda la información sobre esos planes no solo por sus propios agentes, sino de mafiosos capturados por la policía cubana.
¿Por qué Oswald mata a Kennedy? Por su devoción a la revolución cubana y porque cree que liquidándolo le salvaría la vida a su amado Fidel Castro. Para Oswald matar al presidente era un acto de legítima defensa.
¿Quién le dijo a Oswald que Kennedy quería asesinar a Castro?
Los servicios secretos cubanos. Incluso, parece que hasta llegó a tener relaciones íntimas con una agente cubana radicada en México como funcionaria de su embajada. Los mexicanos le grabaron una jubilosa exclamación a esta dama cuando le notifican que el presidente había sido asesinado.
Por amor a la historia, la investigación que falta por hacerse –Latell no aborda el tema— es la muerte de Oswald a manos de Jack Ruby, un truhán de poca monta vinculado a la mafia.
¿Por qué mata a Oswald y se sacrifica? A juzgar por los antecedentes, una buena hipótesis sería para silenciarlo.
¿Qué quería ocultar la mafia?
Que las autoridades norteamericanas, especialmente el poderoso fiscal general Bobby Kennedy, no supieran que los gángsteres norteamericanos habían pactado con La Habana porque los servicios de inteligencia cubanos tenían presos a algunos de ellos y podían hacer lo vedado al FBI: comenzar a exterminar mafiosos en cualquier lugar del planeta.
Más aún: matando a Oswald la mafia servía a dos amos contrapuestos al mismo tiempo.
Por una punta, ayudaba a Cuba eliminando a un incómodo castrista que había asesinado al presidente de Estados Unidos inducido por La Habana y, por la otra, salvaba a Bobby Kennedy de verse envuelto en una conspiración con la mafia para matar a un jefe de Estado extranjero, delito que lo hubiera llevado a la cárcel.
Todavía falta un gran libro sobre Ruby y sus conexiones.
Ojalá Brian Latell se anime a escribirlo.