Es exasperante para quienes los sufrimos, pero explicable para los correístas: casi 14 años después de empezar a exprimir al Estado, siguen y seguirán utilizando todos los ardides para mantenerse en la lid electoral y conservar muchos naipes en la mano para hacer su gran negocio.
Cuando hablo de negocios no me refiero a la época en que dioses y diosas del Olimpo iban y venían rodeados de lujos y al último grito de la moda, como todo revolucionario que se precie; trasteaban lámparas de baccarat o autorizaban sobreprecios millonarios en sus ministerios; pasaban de agache pese a los delitos de sus hermanos o sobrevaluaban terrenos; vejaban a los comuneros que peleaban por un pedazo de manglar, mientras autorizaban a sus colegas para que lo talaran.
Me refiero al negocio de seguir en el poder. Parece que, para buena parte de los asambleístas, la política es una manera de cubrirse las espaldas frente a la justicia. Nadie ha refutado al Presidente de la Asamblea: casi la mitad de legisladores tuvo o tiene problemas legales pendientes. Y no hay de qué extrañarse: es lo que hicieron varios miembros del socialismo del siglo XXI en la región y en el país.
El negocio de seguir en el poder puede verse como un derecho, al punto de que quien te sucede es un traidor; sobre todo si nunca te fuiste, como es el caso del correísmo, sus retoños, sus beneficiarios. Y mejor aún si cuentas con el miedo de quienes aún se sienten a prueba en los organismos refundados como parte de la institucionalidad amañada.
Ese es el objetivo, y la premisa es bastante sencilla y probada. Basta con seguir atizando el odio y el miedo, aprovechando las divisiones. Si unas décadas atrás se hacía artesanalmente, ahora hay herramientas en las que los exgobernantes tienen experiencia y asesoría: hay que conocer el ‘big data’ y crear información falsa. Estos años han servido para mantener vigilado al Estado y perfeccionar la manipulación de las emociones.
Que el gran líder pueda inscribirse como candidato a la Vicepresidencia dependerá de resultados ‘favorables’ en la justicia y el sistema electoral; eso no le cierra del todo la posibilidad de postularse a asambleísta. Como cabeza del binomio aparece un personaje desconocido para los ecuatorianos pero crucial para el correísmo, como es Andrés Arauz.
Varios fueron sus aportes a la causa, pero el más importante es el de 2015 como director del Servicio Contratación Pública, cuando no contentos con la concesión de megaobras a dedo y sin estudios optaron por un régimen especial -el giro específico del negocio- que permitió que contratistas amigos -y aportantes- cometieran desafueros como los de la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas.
Ecuador se ha acostumbrado a votar por el mal menor, pero está claro que nuevamente será empujado a votar movido por el odio y el miedo. Ese es hoy el giro del negocio.